XXI Edición
Curso 2024 - 2025
Ojos azules
Ariadna Dalmau, 14 años
Colegio La Vall (Barcelona)
Bru corría tan rápido como le permitían sus cortas patas, con miedo a resbalarse en la calle mojada. No sabía hacia dónde iba, solo que necesitaba encontrar a alguien, y rápido. Su amo se había quedado tirado en el suelo. Estaba herido. Tras correr durante un largo tiempo, vio a un vagabundo de aspecto miserable. Aunque otros perros se hubieran mostrado desconfiados, se acercó a él.
El harapiento pareció entender los alterados ladridos de Bru, porque se levantó inmediatamente de su improvisada casa de cartón, para seguir a toda prisa el camino inverso que emprendía el animal. La lluvia se intensificaba cuando llegaron al lugar donde el herido yacía en el suelo. Era un niño de ojos azules. El vagabundo lo había visto en algún lugar... Al levantarlo en brazos, al chico se le cayó la cartera desde el bolsillo del pantalón. El indigente consideró que no tenía tiempo para revisarla, así que se la guardó en su propia chaqueta y emprendió el camino hacia un hospital.
Después de un primer reconocimiento, los médicos se llevaron al niño en una camilla. El vagabundo se quedó junto a la puerta que se cerró, y que no le permitieron surcar. En silencio, se dirigió a la sala de espera y se sentó en una de las muchas sillas que había, junto a Bru.
Fue cuando el perro se acomodó en su regazo que notó un peso en el interior de su americana. Era la cartera del niño. La sacó sin intención de robarle, movido por la curiosidad. Al abrirla, encontró una vieja foto que llevaba una fecha en el costado: «25 de diciembre».
Se le hizo un nudo en la garganta. Aquel día, años atrás, su mujer falleció en el parto de un niño de ojos azules que él no tuvo fuerzas para criar. Lo entregó en las oficinas de Asuntos Sociales del ayuntamiento y dejó pasar el tiempo, pues comprendió que no estaba preparado para ejercer de padre.
Se puso en pie, dejó la cartera sobre el asiento, acarició la cabeza de Bru y se dirigió a la salida.
«Volveré a por ti, hijo mío», se dijo.
Sin saberlo, Bru había salvado la vida de su amo al tiempo que encendía la esperanza en el corazón de un vagabundo.