V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Oportunidades para todos

David Jiménez Sequero, 15 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

Esta mañana me encontraba en el autobús de camino a casa, absorto en mis pensamientos, cuando reparé en la presencia de un hombre joven, sentado a pocos metros enfrente de mí. Resultaba muy sencillo adivinar, por el color tostado de su piel y su sencilla forma de vestir, que se trataba de un extranjero. Pude observar en él una mirada nostálgica, que contrastaba con la indiferencia de los demás pasajeros. Pensé que es difícil abandonar tu país natal y marcharte para siempre, tal vez incluso habiendo dejado atrás familiares y amigos. Tengo la sensación de que no echaba sólo de menos su país, sino que, además, no sabía cuándo volvería. Tal vez las cosas no le estén yendo tan bien como esperaba cuando puso un pie en nuestra tierra.

Pero no atisbé pesimismo en su rostro. Percibí un sentimiento de ilusión, un montón de esperanzas, sueños y ganas de ser útil. Sus ojos suplicaban una oportunidad, la ocasión de salir adelante y llevar una vida digna.

Este hombre no es el único ni será el último inmigrante en trasladarse a nuestro país en busca de un futuro prometedor. Tal vez, podría estar mejor capacitado para desempeñar un trabajo que muchos españoles. Desgraciadamente, estas personas sólo reciben desconfianza y miradas llenas de hostilidad por nuestra parte. Son personas tan merecedoras de respeto como el más arraigado nativo de esta nación.

Si se me permite soñar, sería muy hermoso despertar un día en un mundo donde los prejuicios y el egoísmo desaparecieran. Un mundo donde no existieran fronteras ni aduanas sino una confianza en el prójimo que no distinguiera raza, color, cultura ni clase social.