III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

OTRA MANERA
DE MIRAR (I)

Cristina Madariaga, 16 años

                 Colegio Ayalde (Bilbao)  

    “Los ojos son el punto donde se mezclan el alma y el cuerpo.”

(Fiedrich Hebbel)

     Hay cosas que te gustan y no sabes porqué. Dudo que alguien pretenda llegar al verdadero y ultimo motivo por el cual adoras el verde, te encanta el picante o no puedes soportar la música jazz. Y es que hay cosas que te gustan, y punto. Hay otras, en cambio, mucho más personales, mas tuyas, que podrían inspirarte millones de motivos, de argumentos, de adjetivos mediante los cuales elevarías el determinado objeto a las alturas. Y es que hay un abismo entre mirar y contemplar.

     Cuando miras prestas cierta atención: retienes datos, formas, colores…, en definitiva, sometes el objeto a un análisis más o menos exhaustivo. Pero cuando contemplas, aprecias, admiras aquello que captan tus ojos. Miras queriendo y por eso no retenemos ni las formas, ni los colores ni los datos que fríamente componen el objeto, sino que vamos más allá y vemos el objeto como lo que representa, como lo que supone, implica o significa, y no sólo por lo que es desde el punto de vista puramente material.

     Y es por esto que cada vez que miro el museo Guggenheim -lo hago todas las mañanas desde el autobús del colegio-, veo mucho más que su piel de titanio, mucho más que sus sinuosas formas, mucho más que su reflejo en la ría de las gabarras, mucho más que un edificio.

      Si el Guggenheim supuso un punto y a parte en la arquitectura mundial, a nadie ha de extrañar que su local haya sido superlativa.

   El Guggenheim ha revitalizado la antes gris y abandonada zona que rodea la ría, donde ahora se observan hoteles, centros comerciales y distintos edificios cuyo diseño está siendo cuidadosamente vigilado. Son obra, muchas veces, de afamados o prometedores arquitectos cuyos servicios están siendo reclamados por una cuidad cada vez más consciente de su inminente renacimiento turístico y, por tanto, de la necesidad de alzar la belleza de la zona.

    El Guggenheim es, efectivamente, arte, luz y espectáculo. Pero es, además, el artífice del despertar de Bilbao y, por tanto, el orgullo de todos los que tenemos la suerte de vivir en esta ciudad y poder contemplarlo todos los días.