X Edición
Curso 2013 - 2014
Otro modo de veranear
Ana Prieto, 17 años
Colegio Ayalde (Bilbao)
A estas alturas del curso (nos encontramos en la segunda mitad del mes de mayo), ¿quién no tiene unas ganas inmensas de vacaciones? En mi caso es irreprimible el ansia de libertad, que se ha acrecentado con la llegada de la primavera: días largos, flores, los primeros baños en el mar… Pero no es la libertad lo único que me reclama sino los planes que me he propuesto organizar durante el próximo verano.
Hace unas semanas acudí a una entrevista para solicitar una beca de la Universidad de Navarra, en donde me gustaría cursar mis estudios. Cuando la entrevistadora me preguntó por mis proyectos para las próximas vacaciones, le sorprendió todos los viajes que tengo en mi agenda. En tono irónico, me dijo: <<Acabas de decirme que no te costaría mucho irte de casa>>. Pues sí, este verano después de segundo de Bachillerato será mi vía de escape frente a la protección familiar. Además, podré disfrutar de todo aquello para lo que durante el curso no tengo tiempo. Serán las vacaciones una “lejía cerebral” que me deje dispuesta a comenzar con fuerza la universidad.
Sé que para muchos jóvenes, julio y agosto son meses de no hacer nada provechoso. Será el calor, el deseo de ponerse morenos y de participar en todas las fiestas. Mi caso es distinto: quiero que sean unos meses llenos de actividades que me completen, pues entiendo el verano como una oportunidad para el cambio y el enriquecimiento personal, para abrirme nuevos horizontes y conocer gente distinta, tiempo también de formación.
Cuando el tiempo está en nuestras manos, sin nadie que nos diga qué tenemos que hacer, podemos aprender a elegir sin el colchón de los profesores o de nuestros padres. Se podría decir que el verano es nuestro medio para llegar maduros a la universidad maduros. Entonces, ¿por qué no aprovecharlo hasta el último minuto?