VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Pasado y presente

Rosario Fúster, 17 años

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

Habían transcurrido dos años y todavía no había logrado escapar del mal recuerdo de la despedida. Cada vez que parpadeaba, veía un imagen de lo que fue su historia amor. Todo le recordaba a él.

Por las noches, él se lamentaba de que no estuviera junto a ella, de que se hubiese marchado sin despedirse. Desde entonces, había cambiado: su sonrisa se convirtió en un permanente gesto de amargura. Dejó de tocar el piano; ya no era feliz.

Se sentía sin fuerzas para vivir. Más de una vez consideró el suicidio, pero algo en su interior no se lo permitía. Sus amigas la invitaban a salir, pero se negaba con una tonta excusa. Se estaba perdiendo todo por encerrarse en una esperanza que ya no existía.

Una mañana se levantó y vio que el conejo que le había regalado por san Valentín, había escapado. En ese momento entendió que tenía que permitir que sus ojos vieran las luz de un nuevo día; tenía que volver a ser feliz y dejar atrás el pasado.

Corrió las cortinas y miró al cielo. Supo que él estaba ahí y que deseaba verla sonriendo, como antes. Cogió la caja en la que guardaba todas las fotos, las cartas, los regalos..., y la enterró junto a un árbol. Escribió en la tapa: “Carlos y Julia, amantes por siempre”.

Escribió una carta a su madre en la que le contaba que se iba lejos para encontrar un nuevo destino.

Una semana después, llegó a Barcelona. Desde su nueva casa se asomaba al Mediterráneo para ver, al atardecer, como el mar se unía con el cielo en un abrazo íntimo.