X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

Pensamientos de un corazón desorientado

Fernando Fernández Izquierdo, 17 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

Pensar nunca se nos dio muy bien.

Yo pensaba que me querías y sentí miedo al pensar que yo no podría quererte como tú me quieres. La culpa llamaba a las puertas de mi desidia con toques esporádicos, pero insistentes, y yo la ignoraba, escondiendo las dudas dentro de un cajón.

Cientos de veces volví la cara ante el saludo indiscreto de otros corazones. Lo hice por respeto al tuyo, que latía imperturbable al son de mis pasos. El mío, frío como un témpano, hibernaba estación tras estación al no poder corresponder a tus caricias. Huía de tus miradas sinceras, esos ojos dorados que me transmitían amor en estado puro. Sabía que no podría dejarte, pero tampoco llegarte a amar.

Pensabas que me querías y sentías miedo al pensar que yo no podría quererte como tú. Algo había cambiado; las cosas eran diferentes, rescoldos de una hoguera que se empezó a extinguir hace tiempo. Deseabas volver atrás, casi al principio, antes del desgaste, cuando contabas las horas que quedaban para vernos.

Flotaban aires de indiferencia en el jardín de tu casa y el viento traía sentimientos a los ventanales de tu vida. Pensabas que me amabas, pero debías dejarme por el bien de los dos, enarbolando la bandera de la razón y la evidencia.

Rompiste el lazo que nos unía, el poco amor que nos quedaba. Extrañado, notaste un alivio instantáneo en tu corazón. Dolorida, noté quebradizas esquirlas clavadas en el mío.

Pensar nunca se nos dio muy bien. Ambos pensábamos que me querías y sentíamos miedo al pensar que yo no podría quererte como tú. Ambos nos equivocamos y descubrimos que el corazón es caprichoso ante los vaivenes del destino.