II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Pensamientos
de una adolescente

Mª Lourdes García Trigo, 16 años

                 Colegio Entreolivos (Sevilla)  

     Vuelvo tarde a casa. Abro la puerta con cuidado. Silencio. Mis padres están dormidos. Mañana me caerá la bronca. Suelto el bolso donde puedo y dejo que mis pies descansen, por fin, de los altos tacones. Tiro los pendientes, collares y pulseras sobre la mesa y me tumbo en el sofá después de recogerme el pelo en un moño mal hecho. Aunque no quiera, mi mente, cansada, se pone a pensar.

     Bien, he pasado una noche divertida y ni siquiera me ha hecho falta beber. Aunque, claro, la mayoría de la gente ha abusado del alcohol. Repaso mentalmente toda la tarde. Nada nuevo, lo mismo de siempre. Vanas conversaciones: “¿qué tal?” “¿Cómo te va todo?” “¿Y de amores?” “Bien, me alegro, yo estoy fastidiado.” Y poco más, sonrisas y comentarios vacíos. “Ese es guapo” “Aquel merece la pena” “El otro es un chulo” “y ese… ¡Qué tío más feo! ¡Anda que me iba yo con él!” Botellas en el suelo, también vasos rotos; otros llenos y en la mano. Gritos pidiendo hielo. Risas superficiales. Manos en el hombro, en la cintura… Allí, dos en un banco: besos desenfrenados, abrazos. Humo de varios cigarros, un vaso volcado en el pantalón de cualquiera. Ojos rojos y medio cerrados.

     También hay cruce de verbos fuertes, palabrotas, una mano en el aire, un ruido sordo. Más voces y una nariz ensangrentada. Brazos separando. Varios se van sin despedirse. Algunos vuelven, rellenan su vaso y encienden un cigarrillo. Vasos de boca en boca, más manos en la cintura, otras risas superficiales…

     Esto es todo lo que recuerdo. Más o menos, lo de siempre. ¿Alguien entre tanta gente que merezca la pena? Posiblemente. Es más, quizá la mayoría. Quítales el alcohol, el desengaño ante la vida, conócelos más a fondo... A lo mejor hay un corazón detrás de esa fría carcasa, pero… ¡Qué más da! Conocer a una persona es difícil, también tengo que darme yo a conocer y…, no me apetece. Además, ¿cómo soy yo? Dicen que abierta, alegre, con ganas de marcha. Otros creen, sin embargo, que soy tímida y reservada. No lo sé, realmente. Sólo tengo dieciséis años e intento aparentar algunos más. Sólo soy una niña pequeña vestida con la ropa de su madre.

     Y, mi vida, ¿en qué consiste? Procuro aprobar el curso e intento que no me castiguen en casa para salir los viernes y los sábados para vivir deprisa. Y no quiero pensar. Esa es la clave: no pensar.

     Me levanto, por fin, tras haber cerrado varias veces los ojos. Subo a mi cuarto, me desvisto y me meto entre las sábanas. Mañana será otro día.