I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

¿Quién se come
nuestra juventud?

José María Pastrana, 16 años

                Colegio El Redín (Pamplona)  

     Cada vez son más las personas enganchadas al efecto “week-end”. No importa lo que ocurra entre el lunes y el viernes. Por mucho que te suspenda el profesor, que se enfaden tus padres, que te grite tu novia porque no le has sido fiel, que se ciernan gruesos nubarrones sobre ti o que durante una milésima de segundo veas que tu vida se va a pique..., da lo mismo. ¡Llega al viernes por la tarde y bon voyage! Basta que cumplas los requisitos de ir a la última, mostrarte enrollado ante los demás y no avergonzarte nunca de lo que haces para que se te acepte en el club. Puedes elegir entre un millón de discotecas, licores y ambientes. ¡La adrenalina nunca deja de subir! Música, gente, ambientazo… ¡Eres el rey del universo! Y si de pronto te sientes deprimido, el head-master de la fiesta tiene la solución: unas pastillas de colores con nombres divertidos o un traguito de alcohol y como nuevo. Te olvidas de tus penas y gozas hasta el extremo. <<Déjate llevar, ¡disfruta! Es lo que hacen todos>>, te dicen. Pero no acabas de estar seguro de que todos, realmente todos, se comporten así.

     Porque, ¿quiénes son todos? ¿quién nos dirige? ¿No tienes la sensación de que nunca te sientes tan contento como los que salen en la tele? Y eso que haces lo mismo que ellos. ¿Por qué no acabas de sentirte lleno? ¿Qué demonios pintas? ¿Es que nadie va a hacerte caso? A veces crees que la vida es una condena, que nadie te pidió permiso para caer en este mundo. Tal vez sea el momento de despertar. Pero otra vez te dicen: <<¡eh, tronco, enfoca! A ti lo que te pasa es que estás deslubricado. Desconecta un poco y ven conmigo, que yo te enseñaré lo que necesitas. ¡Lo pasaremos bien, ya lo verás!>> Y tus preguntas vuelven a ahogarse en el alcohol y la química, una y otra vez. Ese miedo a enfrentarte a la verdad, algún día acabará contigo.

     Desgraciadamente tu situación es la de miles de jóvenes que una vez soñaron con un futuro pero su futuro se pierde al acabar la semana. Que soñaron ser felices. La felicidad deja una tranquilidad indescriptible, pero es comprometida. Y ya sabes, ante el compromiso preferimos desecharla. Me contaba un amigo que no podía más, porque su novia le había dejado y no encontraba ya sentido alguno a su vida. Aquella chica era su décima conquista, pero nunca le había visto tan angustiado, porque ella no era una más, sino una joven segura de sí misma y de sus ideales, de esas con las que estás a gusto y que tienen gancho. Y que le había hecho… ¡sentirse feliz! Pero la otra vida a la que él estaba anclado había carcomido ese amor y ahora se encontraba roto.

     Quisiera lanzar un grito a los jóvenes: ¡No olvidemos el sentido de nuestra vida! ¡Valemos mucho y tenemos más fuerza que el consumismo que parece dominar vuestras vidas! ¡Luchemos por mejorar nuestro ambiente, por ayudar a los que nos rodean y construir un futuro mejor! Estoy convencido de que si vivimos así, seremos más felices y hará que recordemos nuestra juventud como la etapa más apasionante de nuestra vida.