XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Reflexiones a
cuenta del virus 

Paula González Viñoles, 17 años

Colegio IALE

La vida sigue en pausa, con la mascarilla puesta, con la distancia de seguridad y, sobretodo, con el virus agazapado en cada esquina. Las noticias nos ponen los pelos de punta al dar el recuento de fallecidos y de contagiados en las últimas veinticuatro horas. 

En marzo supuse que esta situación iba a durar unas pocas semanas, unos meses quizá, y que cuando llegara el verano todo habría pasado, como un mal sueño. Incluso me alegré de que la rutina se hubiera visto interrumpida por esta anómala situación que nos obligaba a comunicarnos por internet y a no salir de casa. Con el tiempo sufro a cuenta de la falta de vida social, con el anhelo de las charlas con mis amigas, de las noches con mis primos y de los viajes familiares. 

Llegó el día que más temía: el COVID-19 se instaló en mi casa. Mi madre y yo contrajimos la enfermedad y el aislamiento aún se hizo más rígido. Me sentía cansada y perdí el gusto y el olfato. En esos momentos me di cuenta de lo que de verdad importa: sentirse querido y disfrutar de la familia sin ningún tipo de prohibición ante las muestras de afecto. Fueron dos semanas duras.

El año 2020 ha supuesto un cambio en mi vida. Me tocó madurar a cuenta del contagio. Y con el contagio valoré la fuerza de la amistad. Están siendo meses caóticos, pero confío que la pandemia nos deje una experiencia: que podemos sacar lo mejor de nosotros en momentos en los que el planeta no puede estar peor.