XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Rendirse 

Yitong Pan, 17 años 

Colegio IALE (Valencia) 

Nunca había pensado en que segundo de bachillerato llegaría tan pronto, solo me quedan seis meses para hacer la Prueba de Acceso a la Universidad. Pero si recuerdo el día en que mi madre me llevó por primera vez al colegio. Acabábamos de llegar a un país totalmente distinto al nuestro para empezar una etapa distinta. Por sentirme en un lugar desconocido empecé a llorar cuando me di cuenta de que mi madre se había marchado; incluso pensé que me había abandonado. Por no entender, no entendía ni que me encontraba en un colegio.

Mis profesores se esforzaron para que me integrara con los otros niños, conscientes de que me separaba de ellos una barrera muy alta: el idioma, ya que en esos tiempos yo no hablaba ni entendía el español (y qué decir del valenciano…). El único modo que encontré para hacerme entender fue el uso de gestos. Desde la distancia de los años me resulta divertido, pero muchas tardes regresaba a mi casa hecha un mar de lágrimas, con la sensación de que nadie quería compartir nada conmigo. No me daba cuenta de que no es fácil para un pequeño acoger a otro niño con el que mantener una conversación resulta imposible. 

Mi estado de ánimo en el colegio empezó a mejorar a medida que fui madurando. Cuando inicié la secundaria, ya era “cuatrilingüe”, así que no tenía ningún problema a la hora de comunicarme con mis amigas. Pero, más allá de los idiomas, crecí en seguridad y en número de amigos: desde entonces me siento aceptada y querida, lo que se reflejó del mismo modo en mis calificaciones, que mejoraron y me ayudaron a empezar a planificar mi futuro universitario. Y no fue lo único… ¡Me enamoré por primera vez! Reconozco que en mis manos me encontré un futuro brillante.

No obstante, la fugacidad del tiempo hizo que no pudiera disfrutarlo mucho, pues enseguida ha llegado el bachillerato. Primero de BAC fue duro como una piedra. El primer día nos dieron la bienvenida y, de inmediato, el profesor de cada asignatura se puso a exigirnos un nivel casi imposible de alcanzar. Como una chiquilla que siempre ha querido ser responsable, intenté elevarme a ese nivel… pero suspendí la asignatura que mejor se me daba. Entonces dije: <<no puedo más>>. 

Me rendí, aunque solo por dos días. Tengo unos padres que siempre están a mi lado, que no dejaron que me hundiera. Tampoco lo permitió mi novio, que me apoya en todas mis decisiones, y también mis amigas, que son maravillosas. 

Segundo de bachillerato no va a ser un camino de rosas, pero no voy a estresarme. Además, gracias a las personas que me quieren seré capaz de animarme cada vez que me dé por vencida.