XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Rojo como las
naranjas verdes  

Beatriz Ros Yepes, 17 años

 Colegio Senara (Madrid) 

Definitivamente, soy una chica con suerte: tener muchos hermanos no es algo de lo que cualquiera pueda presumir.

Por cierto, estas últimas semanas en mi casa se escuchan frases muy originales. No llegan a ser máximas filosóficas, como «Solo sé que no sé nada», que dijo Sócrates, pero se aproximan bastante. Por poner un ejemplo, hace unas noches, al terminar la cena, una de las pequeñas decidió repartir entre todos unas chuches que le habían regalado en el cumpleaños de una de sus amigas. Fue muy divertido, ya que mientras nos las daba, comparaba cada gominola con un objeto del mismo color. La amarilla la relacionó con el sol; la azul, con el cielo; la verde, con los mocos —lo que ocasionó muchas risas, alguna mueca de asco y una mirada algo severa de mi padre—, y así sucesivamente. Lo mejor llegó cuando me fue a dar una gominola roja y dijo, con total seguridad:

—Mira, Bea: es roja como las naranjas verdes.

Y como si nada, siguió con el reparto mientras yo intentaba buscarle un sentido a esa comparación imposible.

Otra sentencia genial salió de la boca del benjamín de la familia, el lunes pasado, cuando mi madre le despertó para ir al colegio:

—Mami, hoy no hay cole. Es miércoles —. Y dándose media vuelta, volvió a dormirse, convencido de que era el tercer día de la semana y, como tal (debe creer que los miércoles son feriados…) no había que ir al colegio.

Pero lo mejor ocurrió una tarde entre semana. Yo me encontraba en mi cuarto, dedicada al estudio cuando, de pronto, Alvarito llamó a la puerta. Le dije que pasara, pero como es tan menudo que no llega al picaporte, siguió aporreando. Me estaba levantando para abrirle cuando gritó:

—Ábreme, que soy Batman y he venido a visitarte.

¿Quién podría dejar a un superhéroe esperando en el pasillo?...

Por esto concluyo con que soy una chica con suerte al tener tantos hermanos. Nunca consigo aburrirme, pues siempre tengo compañía. Y si por lo que sea me enfado con uno de ellos, me quedan diez más. Pero, definitivamente, lo mejor de ser familia numerosa es que el rojo es como las naranjas verdes, que los miércoles no hay que ir al cole y que Batman viene a buscarme a mi habitación.