I Edición
Curso 2004 - 2005
Salarios Excesivos
Leticia Olábarri, 15 años
Colegio Montealto, Mirasierra (Madrid)
A mí no me gusta especialmente el fútbol, el “deporte rey”, pero no estoy en su contra. Es un deporte como otros, con sus jugadores, clubes y seguidores. Que estos últimos constituyan la gran mayoría tampoco me parece mal. Incluso se puede permitir que todos los sábados lo único que se pueda ver en la televisión sea fútbol, ya que está el resto de la semana para vengarse viendo seriales, concursos y películas. Pero lo que me supera y no puedo soportar son los salarios que reciben algunos jugadores.
Si alguien tiene la habilidad para jugar bien al fútbol, felicidades, porque es una suerte. Si quiere usar esa destreza para ganarse la vida, me parece bien. Todo el mundo pretende hacer aquello que le gusta y se le da bien. También se comprende que a quien juegue bien se le pague bien, faltaría más. Pero a lo que no hay derecho es a las exorbitantes sumas que reciben algunos personas jugadores.
No está mal invertir mucho dinero en un solo proyecto. Si no, sólo hay que fijarse en los millones de euros que se usan para enviar una sonda al espacio o para construir un prototipo de avión. Los presupuestos de este tipo de iniciativas son mareantes, con más ceros que vagones tiene un tren. Pues lo mismo pasa, con lo que reciben algunos jugadores de fútbol. Parece que la nueva moda es pasar a la Historia por hacer el fichaje más caro. Lo único malo es que, mientras las sondas y los aviones tienen una utilidad loable, como mejorar las condiciones de vida de las personas, descubrir cosas nuevas, etc., todo lo que se les paga a las estrellas futboleras no tiene sentido. Sin faltar al respeto a nadie..., sólo juegan al fútbol.
Aún sería admisible pagar tanto a este tipo de personas si jugaran muy bien siempre, tuvieran espíritu de equipo, estuvieran siempre disponibles... Entonces estaría justificado. Pero no. Da la extraña casualidad de que los jugadores mejor pagados son los que más faltan a los entrenamientos, los que más comparecen en los medios de comunicación para quejarse de lo mal que les tratan y los que tienen el juego más irregular.
¿Adónde va, entonces, todo ese dinero que se les paga? Porque siempre parece faltarles para ir a los entrenamientos, para jugar bien, para no escandalizar. La respuesta está clara, y la sabemos todos: el dinero desaparece en caprichos. Cuando un equipo hace un fichaje millonario, no se oye luego: “¡Pero qué bien les va con ese jugador tan caro que han fichado! Ha merecido la pena”. No. Lo único que oímos es su último peinado extravagante, sus relaciones con tal o cual modelo, su contrato de publicidad con una marca de moda o la “casita” que se está construyendo. De jugar, poco. ¿Por qué no les echan los clubes? Pues por miedo a que los fiche el club rival y, sobre todo, por miedo a los propios jugadores.
Debemos recordar que hay jugadores que, sin ser súper millonarios, lo hacen bien y son modestos. ¿Por qué no reparamos en ellos? Pues por la sencilla razón de que no aparecen continuamente dando ruedas de prensa, no se quejan y no llaman la atención con declaraciones incendiarias.
Más valdría pagar menos caprichitos a estas “estrellas” futboleras, y destinar el dinero a otras cosas, como polideportivos, equipos juveniles, seguridad y comodidad en los estadios.