V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Si quieres, puedes

María Ros, 15 años

                 Colegui La Vall (Barcelona)  

Todos estábamos nerviosos. No sabíamos cómo podía acabar. Estaban empatados y aquel era el punto decisivo. Nuestro representante sudaba la gota gorda. El pobre se encontraba tan nervioso que hasta temblaba. Cruzamos las miradas y pude ver cómo intentaba serenarse. Había llegado el momento: ahora o nunca.

El moderador cogió el sobre y sacó la última pregunta de la forma más lenta posible, como si pretendiera eternizar la emoción. Leyó en silencio y alzó la vista para mirar a los dos últimos concursantes. Entonces, lanzó la pregunta:

-¿Qué reyes españoles aparecen en el cuadro Las Meninas, de Velázquez?

Nuestro jugador, Javier, fue el primero en responder:

-Mariana de Austria y Felipe IV.

La respuesta era correcta. Todo el esfuerzo que habíamos empleado a lo largo de los últimos seis meses había, por fin, dado resultados. Javier contaba con la beca para la Universidad. Se la había ganado a pulso. Sin duda, se la merecía.

Vino corriendo hacia mí y empezó a hablar atropelladamente, llenode impaciencia:

-Muchísimas gracias, señorita. Ha sido usted la mejor profesora que he tenido. La única que creyó que yo valía, la que apostó por mí. Ha hecho posible que mi sueño se haya hecho realidad. Gracias.

Le sonreí. Desde luego no parecía el mismo chico de hacía unos años, cuando le vi por primera vez. Entonces era un adolescente rebelde e ignorante. Pero, a base de empeño y esfuerzo, logré convertirle en un buen chico y en un estudiante con muchas posibilidades.

Mientras volvíamos a casa, pusimos la radio y empezamos a cantar a grito pelado. Los otros concursantes de nuestro equipo, a pesar de haber sido los primeros en ser eliminados, cantaban y reían con Javier. Eran sus amigos, le felicitaban y hasta hacían planes para ir a visitarlo a la Universidad.

Aquello me hacía feliz, me hacía sentir como si hubiera salvado a una persona, como si la hubiera introducido de nuevo en el mundo.

Seguí conduciendo con ese pensamiento y me prometí que, a partir de ese momento, ayudaría a más chicos como Javier.