II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Sin habla

Rosa García Macías, 15 años

                Colegio Alcazarén, Valladolid  

    Hoy, mientras hojeaba un periódico local con desgana y mascaba un chicle recién comprado, mi prima de nueve años me ha formulado una pregunta que me ha hecho enmudecer.

    Sé lo que estarán pensando: “vaya asunto absurdo. ¿Quién no sabe responder a una pregunta realizada por una niña?”. Yo también solía alardear de mis conocimientos y, por eso, mi prima siempre acudía a mí cuando se le presentaba una duda. Sin embargo, hoy ha sido el primer día en el que no he podido satisfacer su curiosidad.

    Su voz intrigada y llena de emoción, se repitió varias veces en mi cabeza hasta que tuvo que darme un golpecito con la mano como llamada de atención, mientras se reía imitando mi cara de sorpresa.

    -Venga, Rosa. ¡Dímelo!

     -Es que no es tan fácil responderte, sobretodo ahora. Ni siquiera quien la gobierna sabe qué es exactamente, lo que se está viendo reflejado en sus acciones. O quiere formar un mosaico de… -me estaba emocionando y mi voz iba modificándose conforme al grado de mi pasión.

    Mónica se dio cuenta del tono que estaba adquiriendo la conversación y se fue.

    Me quedé sorprendida ante su reacción. ¡Qué fácil es para un niño dar la espalda a sus dudas! Se iría a jugar sin importarle la trascendencia de lo que había formulado y centraría toda su atención en una nueva historia para sus muñecas, para su mundo.

    Al llegar la noche, me quedé en mi cama sin poder conciliar el sueño. Mónica dormiría en la suya con toda paz. Pero había logrado provocarme un inquietante bloqueo mental. Si lo consiguió con tan sólo nueve años, presenta un panorama desolador ante un problema que los adultos tampoco podemos encontrar una respuesta válida.

    Su pregunta se pasó toda la noche rondando mi cabeza. Y esa pregunta era:

    “¿Qué es España?”