XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Sobre el perdón 

Mónica Montero, 16 años

           Colegio Entreolivos (Sevilla)  

Una persona me dijo algo que me impactó, pero no porque fuera asombroso sino porque es algo tan obvio que no había pensado en ello: «Da igual el error que hayas cometido o hasta donde hayas metido la pata, porque todo en esta vida tiene perdón». Nunca me habría imaginado que ante mi error aquella persona fuera a reaccionar de esa forma. Yo me había esperado una mirada altiva, de enfado o incluso de desprecio, pero no su compasión y esperanza, nunca su perdón.

En todo caso, me doy cuenta de que el problema muchas veces no es perdonar al otro, sino perdonarse a uno mismo y dejar que te perdonen. Cuando uno entiende que ha cometido un error que considera imperdonable, a menudo se queda ahogado en ese instante y se siente incapaz de liberarse de esa mala acción. Ahí es cuando uno tiene que parar y preguntarse si hay algo tan grave que merezca arruinarte de por vida.

Cometí un error que me hizo sufrir durante muchos meses, que me impedía vivir con paz, que me hacía creer que era inferior a los demás, que era una mala persona sin solución… Pero me equivocaba.

Además de descubrir el verdadero significado del perdón, descubrí que cualquiera puede perdonar, no importa la gravedad del asunto. El perdón tiene más peso que cualquier error. «Perdón» no es solo un término compuesto de seis letras que te enseñan cuando eres pequeño; para mí es una parte fundamental de la persona, que dice más de ti que tus propios rasgos faciales. Aquel que es capaz de perdonar y devolver la esperanza a su semejante, se convierte en hombre o mujer de bien.

Somos humanos, todos cometemos errores, pero tenemos la posibilidad de enmendarlos. Es cierto, no disponemos de una máquina del tiempo para cambiar el pasado, pero sí podemos alterar el presente para mejorar el futuro.

He aprendido que pedir perdón y perdonar no es tan fácil ni tan difícil. Solo hay que intentarlo.