X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

Sobreviviendo al bullying

María Fernández Núñez-Villaveirán, 16 años

                 Colegio Montealto (Madrid)  

Ahora que las cosas se definen en inglés, llaman bullying al maltrato psicológico o físico que sufren niños y adolescentes en la escuela. Por supuesto, se produce tanto en centros de pago como en públicos, y lo padecen chicas y chicos que, en muchos casos, acaban convirtiéndose en personas con tendencia depresiva y solitaria.

Es bastante habitual que los padres no se enteren de lo que sus hijos están padeciendo, pues ellos no se lo cuentan, puede que por una injusta carga de culpabilidad. Por desgracia, el bullying puede extenderse a lo largo de los años, incrementándose la crueldad de los acosos.

Las víctimas de bullying suelen ofrecer un perfil muy característico: carácter débil, tímidos y que prefieren pasar desapercibidos a llamar la atención en clase, incluso si esto supone un bajón en los resultados de sus estudios. De hecho hay una clara relación entre bullying y fracaso escolar. Por si fuera poco, a estos jóvenes acosados suelen apodarlos con motes que los definen como “friki”.

Existen diversas situaciones que se pueden considerarse como bullying: desde humillaciones constantes a causa de determinados rasgos físicos o de comportamiento, a palizas extremadamente violentas (en pleno recreo y delante del resto de los compañeros sin que ninguno muestre piedad con el apaleado). Pero, posiblemente, el peor de los acosos que puede recibir un adolescente sea el psicológico, ya que las heridas que dejan son profundas y muy dolorosas y, además, su familia no las perciben en un primer momento, dejando en la víctima una huella difícil de curar que, por lo general, acaba desencadenando fobias, ansiedades y, en casos extremos, conducir al suicidio.

Cómo es posible que el bullying se dé en los colegios ante la indiferencia de los profesores o que estos tengan el cinismo de decir a los padres que se trata de “cosas de niños” y que sobreponerse al acoso forma parte del proceso educativo.

Mientras los profesores no se hagan respetar por los alumnos, no impongan un mínimo de autoridad y se preocupen por los chicos y chicas que sufren acoso y, por otra parte, los padres se involucren a fondo en la educación de sus hijos, los alumnos más débiles continuarán padeciendo bullying.

¿Y si se tratase de su hijo?