V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Somos diferentes

Verónica Shpunt

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

Despierta con los primeros rayos del amanecer, sube con impulso a lo alto del cielo y después se deja caer hasta la tierra. El susurro que provoca en las hojas, hace saber a los seres vivos que ya está dispuesto a soplar.

Es consciente de que tiene fuerza y voluntad, de que su alma está henchida de orgullo. Sobrevuela el pueblito y echa un vistazo por las ventanas. Algunos vecinos se asustan con sus golpes repentinos, pero él se ríe de ellos y, con una fuerza extraordinaria, se impulsa arriba, más arriba aún, hasta la cumbre de las montañas. Luego vuela hasta el riachuelo, luego a los olivos, luego juega con las mariposas, después se aleja al mar y estorba a los pescadores que quieren salir de la costa.

Les dice:

–Sentid mi fuerza. !Reconoced que soy más fuerte que vosotros! Soy el viento del Sur, poderoso y libre. Puedo romper vuestras lanchas o acompañaros y ayudaros. Sólo yo decide lo que voy a hacer y por dónde pasará mi camino.

Rompe la vela y vuelve a las montanas. Luego, de nuevo, vuela al pueblito.

Cada dia de viento se parece a otro. Una vez se sintió solo y aburido. Se preguntaba: “¿Cuál puede ser mi próximo destino? ¿Con quien puedeo compartir mi soledad?” No lo sabia. Estaba harto de todo. No quería de nuevo estorbar a los pescadores, jugar con las hojas y galopar por las alturas. Deseaba algo nuevo, emociones, sentimentos... Sólo aspiraba sentirse feliz.

Por eso decidió volar a lugares desconocidos. Las montañas, los ríos, los mares, los océanos... Todo se mezclaba en su cabeza. Estaba desesperado. Pero, de repente, miró abajo y vio una planicie blanca, fuerte, fría y altiva.

–Siberia... ¡Qué hermosa eres! -suspiró atormentado-. ¡Qué hermosa eres! - exclamó de nuevo.

El viento se había enamorado de Siberia a primera vista.

-Permíteme quedarme contigo y traerte, cada día, el aroma de las rosas y el azahar que crecen al Sur!

Pero la planicie le respondió con un silencio.

-¡Permíteme amarte!

No recibió respuesta.

El viento se metió entre las viñas, las montañas y el mar. Deambulada por todos los alrededores para reunir un ramo con los mejores y mas frescos aromas. Absorvió el aroma de las rosas, de la brisa marina, del frescor nocturno..., y volvió a Siberia.

-Es para ti -le gritó-. ¿Sientes este espíritu del Sur? Te lo regalo.

Giraba como loco, se alejaba volando y volvía otra vez. Parecía que nada ni nadie podía pararlo. Pero, de repente sintió que le costaba respirar, que comenzaba a perder fuerza.

-¿Qué me ocurre? ¿Acaso no soy el más poderoso del mundo? El más libre y orgulloso. ¿Debo volver a mi tierra? Siberia, mi ardor debería derretir tu corazón. Eres altiva y fría. ¿Por qué me haces sufrir con tu silencio y tu terrible frío?

Por fin la tierra decidió responderle:

-¿Para qué me regalas éstos hermosos aromas del Sur? ¿Para que quieres derretir mi corazón? Tú y yo somos diferentes. ¿No comprendes que no podemos estar juntos? Si no te vas de aquí, moriras. ¡Vuelve a tu tierra y no me molestes nunca más!

El Viento la miraba sin terminar de creerla. No quería volver al Sur. Por eso decidió bajar a ras de tierra y regalarle su vida.

Sus fuerzas estaban agotadas. Empezó a caer la nieve y todo quedó en silencio. Él ya no estaba…

Apareció la soledad y la tristeza. Siberia gemía con dolor. Todo quedó congelado por la desesperación: ríos, bosques, lagos, planicies... Sin embargo, el aroma de las cosas hermosas quedó para siempre ligado al hielo.