XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Su deseo 

María Flores Hens, 18 años

          Colegio Zalima (Córdoba)  

Esperó a que el silencio se apoderase de la habitación. Abrió los ojos y, con cuidado, se bajó de la cama. Le encantaba la noche porque no había nadie que le cuidara, ni ruidos ni movimientos. Solo se encontraban ella y sus cuatro sentidos.

En la oscuridad, fue guiándose con las manos hasta llegar a la ventana, que se hallaba abierta.. Cerró los ojos e inspiró: olía a noche tranquila y estrellada. Una suave brisa recorrió su pijama blanco y, con una sonrisa, pensó:

«Cómo se nota que ha llegado la primavera. Incluso hasta aquí llega el perfume de las flores».

Aquella era su estación favorita. Desde muy pequeña adoraba los campos cubiertos de flores y los colores llamativos que salpicaban el paisaje. Sin embargo, hacía un par de años que no los veía y los echaba mucho de menos.

De nuevo guiándose con las manos, llegó hasta un viejo tocadiscos que había en la sala, un regalo de su familia. Sabía cuánto esfuerzo le había costado que le permitieran tener ese objeto en el hospital. «No puede ser», alegaban. «La música puede molestar a otros pacientes». Pero gracias a la situación de la pequeña y a la insistencia de su familia, por fin se lo autorizaron, con la condición de que el volumen se mantuviese siempre muy bajo.

Colocó un vinilo y dejó que la música invadiera su cuerpo. En los últimos meses había aprendido a agudizar el oído, lo que le permitía reconocer cada nota sin apenas esfuerzo. A los pocos minutos se encontraba bailando al compás de la melodía, hasta que tropezó con algo y se cayó al suelo.

Sintió el golpe del interruptor de la luz: una enfermera la acompañó hasta la cama mientras le aconsejaba que debía descansar para la operación del día siguiente. La pequeña asintió y le dio las gracias.

Aquella noche soñó que estaba en mitad de un paraje natural y que podía usar los cinco sentidos. Lo que la chica no sabía era que su familia ya había creado ese campo colorido en la habitación, que la habían llenado de flores hasta arriba. El olor a primavera que había percibido al levantarse de la cama no era otro que el que despedían cientos de flores. Los suyos querían que cuando despertase de la anestesia, con la vista ya recuperada, pudiera ver cumplido su deseo.