II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Sueña con el mar

José Luis Herrero, 14 años

                   Colegio San Agustín (Madrid)  

    El mar, para los antiguos, era un lugar infinito y misterioso, que cada noche se tragaba el sol para, a la mañana siguiente, devolverlo con más fuerza, luz y calor.

    Para nosotros el mar también es sugestivo e impredecible. Tranquilo y apaciguado como una piscina algunas veces. Bravo y furioso como un toro de lidia, otras. Pero de lo que estoy seguro, es que el mar con sus brillos y tonos (azules, esmeralda, plateados, transparentes...) es un espectáculo de la naturaleza que debemos cuidar.

    La contaminación coloca a nuestros océanos ante un grave peligro. Convengamos que somos, con frecuencia, bastante desaprensivos. Convertimos el mar en un cubo de basura en el que tiramos (o dejamos abandonados en la arena de la playa) latas, plásticos y cualquier otro desecho. Sin olvidar los residuos que los barcos arrojan en los puertos o en alta mar, en algunos casos con contenidos nucleares.

    Mucha gente augura que al mar ya le hemos puesto el crespón. Yo opino que esa afirmación es exagerada. Todavía, entre todos, podemos salvarlo, para que vuelva en sus noches a tragarse el sol, y no una triste colección con toneladas de residuos.

    Ojalá la luna, coqueta o grandiosa, según en que cuarto se halle, siga mirándose en su espejo natural a la par que los humanos gozamos del espectáculo maravilloso de sus aguas en una noche de verano.

    Tú, amigo lector, mira al mar, cuida ese mar, el mar, tu mar... Y sueña con él.