III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Sueño compartido

Aldonza Abad, 14 años

                  Colegio Alcazarén (Valladolid)  

        Fue como un sueño.

      Todo estaba cubierto por nubes blancas, como de algodón. Iban desapareciendo y, poco a poco, dejaban ver una figura humana. Según se acercaba, se iba distinguiendo mejor su físico. Era un chico alto y fuerte, que caminaba despacio pero con decisión.

      Se acercaba cada vez más. Era un estudiante uniformado, con corbata y una mochila en la espalda. Sujetaba en su mano derecha un libro. No era mucho más mayor que yo.

      Mi corazón latía cada vez más rápido, pues él se encontraba a pocos metros de mí. Podía distinguir su pelo rubio y sus ojos azules, que brillaban y lo iluminaban todo.

      Pasó por delante de mí y casi me caí de mi yegua blanca. No podía respirar. Tal vez fuera mi vestido, que era muy ajustado, o la impresión de ver a alguien tan perfecto. El chico me miró, me sonrió y siguió andando, sin acelerar ni hacer más lento su paso. Desapareció detrás de la capa de nubes blancas.

      Esta historia es real, con la diferencia que mi yegua blanca era mi bicicleta de montaña, y mi vestido un chándal viejo que uso cuando hago deporte por el pinar. Las nubes blancas eran la niebla que, en los últimos días de noviembre, nos envolvía cada mañana.

II

      Era ya junio. Las clases habían terminado.

      Me levanté temprano, para dar un paseo en bici. Salí por la puerta de garaje. El sol brillaba y daba un aspecto alegre a lo que me rodeaba. Respire hondo y empecé a pedalear. No había pasado un minuto cuando me quedé paralizada: acababa de chocar contra el chico que, unos meses atrás, me había sonreído en mis sueños. Parecía aún más guapo. Me miró, sonrió y me preguntó dónde había conseguido una yegua tan bonita.