VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Tabaco

Miriam Costa, 11 años

                 Colegio Fuenllana (Madrid)  

No tengo un buen concepto del tabaco porque sé lo que puede llegar a causar.

Mi abuela Manuela murió por consumirlo. Ella fue una mujer excelente, además era muy guapa. De pequeña la llamaban “Manuelita la más bonita”. Tenía el pelo moreno, siempre recogido en largas trenzas o en moños falleros. También tenía los ojos negros como la oscuridad, una nariz fina y una boca alegre. De estudiante sacaba buenas notas, ya que era una persona que tenía las ideas claras y además era muy responsable. Resultaba extrovertida, alegre y feliz.

Cuando tenía veinte años, en una boda le dieron a probar tabaco. Por no quedar mal, aceptó diciendo: “Bueno, por probarlo no me va a pasar nada”. En otra boda ocurrió lo mismo, aunque cambió su contestación: “Si solo es un cigarrillo”.

Tenía muchas amigas, por eso siempre estaba de boda en boda o en otras

Celebraciones, así que acabó enganchándose al vicio de fumar. Desde entonces no lo dejó ya que, como me contaba, el tabaco se convierte en necesidad.

Desde hace unos años, la he estado acompañando al hospital, ya que le entraban ataques de tos y vómitos continuos. Un día, le detectaron un cáncer de pulmón.

Cuando le ocurrían esos ataques yo intentaba tranquilizarla. Confiaba en que podría resistirlos. Una vez estuvo ingresada mucho tiempo. Unos meses después de darle el alta, murió porque se ahogó al no poder respirar.

Antes de morir me pidió que le prometiese que de mayor no iba a fumar. Sin dudar, asentí. Por eso siempre que paseo por la calle y veo a personas de todas las edades fumando, me entra una pena terrible, ya que recuerdo a mi abuela Manuela.