V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Televisión e infancia

María León, 17 años

                  Escuela Zalima (Córdoba)  

La infancia ya no se vive como la recuerdan nuestros mayores. Casi no hay niños correteando por las calles porque prefieren quedarse las tardes encerrados en casa, para no perderse el último episodio de su serie favorita. La televisión se ha convertido en la cuidadora ideal porque llega a todas partes del país y esta disponible las veinticuatro horas del día, de forma que los padres no tienen que preocuparse por cómo entretener y educar a sus hijos. En no pocos lugares se habilita una sala de la casa en la que los niños pasan su tiempo con los videojuegos, navegando por Internet o viendo la tele. Allí el niño está callado mientras los mayores se decican a lo suyo.

¿Somos conscientes de lo que esto perjudica a un niño? Adquiere el hábito de pasar las tardes sin hacer nada: sin leer, estudiar, realizar actividades creativas, jugar, etc. Sin duda, esta situación pasará factura a lo largo de los años, pues quedan en barbecho sus capacidades intelectuales debido a la pereza que les hemos alimentado. A este problema podemos añadir la inexistencia de una programación adecuada en el horario infantil. Por ejemplo, ¿qué puede enseñar una telenovela que de lo único que trata es de las pasiones humanas más bajas: el odio entre la propia familia, el engaño y la pulsión, dándoles precoces clases de sexualidad, además mal entendida?

Sin olvidar tampoco que en ellas, para conseguir los objetivos de los protagonistas, todo es válido.

Después nos llevamos las manos a la cabeza, cuando aparecen noticias acerca de la violencia escolar. Lo malo es que no lo hacemos cuando miles de niños ven programas como Pressing Catch, donde las agresiones son parte del juego, o realities que muestran el modo ganar peleándose constantemente entre todos los concursantes. Luego nos informan sobre el incremento de casos de bulimia y anorexia, cada vez a una edad más temprana, sin pararse a pensar que durante todo el día nos están bombardeando con imágenes de chicos y chicas perfectos.

El verdadero problema no está tanto en ver la televisión sino en que, a pesar de los programas basura, los espectadores no nos rebelamos sino que los tomamos como algo normal.

Es notable cómo se han perdido muchos valores a lo largo de los últimos años, como la familia, pues los medios han distorsionado lo que es un verdadero hogar. Si el cariño se compra y la educación se deja en manos de la televisión, conseguiremos que la etapa que se debe recordar como las más bonita y feliz de la vida, quede marcada por la soledad y la temprana perdida de la inocencia.