XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Tenedores y palillos 

Yilin Chi, 16 años 

Colegio Iale (Valencia) 

Cuando hace unos años visité China, mi país de origen, mi abuelo organizó una cena con toda la familia. En la mesa, mientras comían, mis familiares hicieron una pequeña comparación entre mi prima (nacida, crecida y educada allí) y yo, analizando nuestra forma de hablar, de vestir y hasta la postura que tenemos al caminar. 

Cuando cada cual se fue a su casa, no pude dejar de plantearme si soy diferente a ellos. Es decir, si soy chiñola, una mezcla entre china y española. No tardé mucho en encontrar la respuesta: ¡lo soy! 

He nacido en España y vivo en Valencia desde hace más de dieciséis años. Sería mentira afirmar que lo español no ha influido en mi forma de ser: la cultura, la música o la gastronomía son muy diferentes a las que encuentro en China. Además, he adoptado numerosas costumbres occidentales, como la preferencia a usar tenedor y cuchillo antes que los palillos. 

Una de las principales características de los actos sociales chinos, es el respeto hacia los mayores de una familia, quizá a causa de la influencia de Confucio. En España, sin embargo, la relación intergeneracional es más igualitaria.  Asimismo, es frecuente que los miembros de las familias españolas expresen abiertamente su cariño mediante declaraciones como <<te quiero mucho>> o con gestos de afecto, algo que es muy difícil de encontrar en las familias chinas, que contienen sus afectos, lo que no significa que no se amen. Ellas lo manifiestan de una forma tan sutil que el español tiene que ser todo un detective para percibirlo. Por ejemplo, nunca te dirán <<te quiero>> mirándote a los ojos ni te darán un beso, sino que se expresarán a través de acciones delicadas, como animarte a que comas más durante el almuerzo o la cena, o a “reñirte” si no estás lo suficientemente abrigado. 

Como consecuencia de vivir bajo la influencia de dos culturas tan diferentes –la española fuera de casa, la china en mi hogar–, me he visto obligada a adaptarme a ellas. Por eso he adoptado una nueva y doble identidad: ser chiñola. Aunque mantengo mis costumbres orientales, tomo las decisiones con una mentalidad más abierta. En definitiva, en casa como con palillos y utilizo tenedor y cuchillo cuando estoy con mis amigos.