V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Tenemos suerte

Gloria Arcusa, 15 años

                  Colegio La Vall (Barcelona)  

Paseaba por Las Ramblas y el ir y venir de la gente atrapaba mi atención.

Tenía previsto aprovechar las rebajas de la temporada, pero soy de pueblo y me agobia caminar de lado a lado, esquivar a los transeúntes, a los perros, los tenderetes, los carritos de bebé...

Cargaba cuatro bolsas y necesitaba sentarme. Me acomodé en un banco de piedra a un costado de la calzada.

Miré alrededor y me dejé llevar por las conversaciones. De pronto, a mis oídos llegó una melodía hipnotizante. Provenía de un grupo de indígenas.

Parecían americanos, tal vez del lejano Perú. Uno de ellos acariciaba el arpa. Otro soplaba a través de las diferentes boquillas de la zampoña. El último plegaba y desplegaba las tripas de un acordeón. Frente a ellos habían colocado una cesta de mimbre en la que sólo había dos tristes monedas de cobre.

Pasé por delante, y le pregunté a uno de ellos:

-¿Para qué tocáis?

Y contestó con su característico acento:

-¡Necesitamos comer!

-¡Ah! ¡Comida!- exclamé.

Ellos se cruzaron las miradas unos segundos, sin entender apenas mi exclamación.

Continué mi paso y me entré en un supermercado. Compré dos bolsas repletas de alimentos y volví al mismo lugar donde se encontraban.

-Aquí tenéis -dije sonriendo.

Se quedaron boquiabiertos. Antes de que pudieran replicar, añadí:

-¿Queríais comida, no? Pues aquí la tenéis.

Al ver las bolsas ante sus ojos, guardaron los instrumentos y se fueron no se sabe a dónde. Supongo que esa noche cenaron como todos nosotros tenemos la suerte de hacer todas las noches.