V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Último viaje

Jon Urtado, 17 años

                Colegio Vizcaya (Bilbao)  

Se despertó entre sudores, con las sábanas tiradas por el suelo y muy nervioso. Era evidente que había tenido una pesadilla. Comenzó a retorcer su cerebro para intentar recordar el motivo de esa nefasta noche, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.

Algo le decía que algo malo iba a suceder ese día. Se sentía raro, como dentro de un agujero negro en el que no había salida.

Se había levantado dos horas antes de ir a trabajar, pero a pesar de sus intentos por dormirse, permaneció desvelado sobre el colchón.

Se vistió. Tras un sorbo al café, salió por la puerta sin percatarse de que no se había peinado. Al salir del edificio, saludó con un leve movimiento de cabeza al quiosquero. Sin mediar palabra, se encaminó hacia la parada del autobús.

En el camino se cruzó con algunos conocidos, pero ni siquiera se fijaba en el rostro de la gente. Caminaba a su aire, como si no supiese a dónde se dirigía y estuviese abandonado a su suerte.

El autobús llegó diez minutos tarde, como de costumbre. Adentro no cabía ni un alfiler. Todos los que estaban de pie se pegaron unos a otros. Cuando llegó a su parada, tuvo que abrirse paso a codazos.

Se detuvo en un paso de cebra en frente de su lugar de trabajo. No dejaba de pensar en la mala vida que llevaba, que el tiempo no se detenía y él seguía sin dar un palo al agua, cuando, de repente, un coche se acercó por la izquierda y le golpeó de tal forma que le despidió hasta el centro de la carretera.

Sus ojos se cerraron como si se tratara de una caja fuerte. Quizás la vida le hubiese dado otra oportunidad si hubiese pensado antes de actuar.