XXI Edición

Curso 2024 - 2025

Alejandro Quintana

Un año más 

Gema Aparicio, 16 años

Colegio Altozano (Alicante)

Es treinta y uno de diciembre por la tarde. Viajo recostada en el asiento trasero del vehículo de mis padres junto a mi hermana, camino de Murcia, para cenar en familia, en casa de mis abuelos. De fondo suena “Un año más”, de Mecano. Escucho decir a mi padre: «Esto sí que es música, y no la de hoy en día». Si lo dice él, tendrá razón. Fijo mi atención en una parte de la letra: «(…) hacemos por una vez / algo a la vez». 

Descubro por la ventanilla un avión que está realizando la maniobra de aterrizaje. Sus pasajeros llegan a tiempo para reunirse con sus seres queridos para cerrar juntos el año que acaba. Ensimismada, me refugio en mis recuerdos y pienso en lo rápido que han transcurrido los últimos doce meses. Han pasado “volando”, como ese avión que acaba de aterrizar.

Echo la vista atrás... Empecé el 2024 proponiéndome nuevos retos, y ahora, en un abrir y cerrar de ojos, estoy despidiéndolo. El tiempo se va como el agua entre los dedos.

En junio dejé atrás cuarto de la ESO y en septiembre empecé primero de Bachiller. Algunas de mis amigas han cambiado de clase por exigencias del itinerario académico que han elegido, pero volvemos a estar juntas en el recreo, para reírnos y contarnos nuestras historias e intimidades. He hecho nuevas amistades: compañeras del colegio con las que apenas había hablado. Con muchas de ellas encuentro muchos puntos en común. Fuera del colegio, por diversas circunstancias, otras amistades se han quedado por el camino. 

Han sido doce meses en los que he tenido aciertos y errores, pero sé que lo importante es levantarse con propósito de enmienda. Me encuentro en la adolescencia, en plena efervescencia, con los sentimientos a flor de piel. He pasado de niña a ser una mujer adulta. 

Soy consciente de que la adolescencia es una etapa complicada, ya que experimentamos cambios físicos y emocionales, y necesitamos encontrar nuestro propio camino y asentar las bases de nuestra personalidad. Además, coincide con la elección de los estudios que decidirán una parte importante de nuestro futuro. En suma, son muchos cambios en muy poco tiempo, tiempo que discurre como la corriente imparable de un río. Tempus fugit (el tiempo huye, el tiempo vuela).

Ante este cúmulo de sensaciones, no son pocas las veces que no soy capaz de detenerme para saborear el momento, para vivirlo con atención plena. Si tempus fugit, carpe diem (si el tiempo vuela, aprovechemos el presente). Los jóvenes deberíamos centrarnos en el aquí y el ahora, disfrutar de nuestras amistades y de nuestros seres queridos, también de nuestra formación académica, pues es la semilla que nos prepara para el futuro.

Mi padre está aparcando el coche. Ya hemos llegado a casa de mis abuelos. Y mientras pasan por mi cabeza los recuerdos del año que termina y hago mis propósitos para el que comienza, me viene el mismo deseo que siempre pido en mi interior mientras tomo las doce uvas, al son de las campanadas de la Puerta del Sol: que volvamos a estar de nuevo juntos cuando llegue la última noche del año que empieza. Sé que algún día no será posible, por la propia fugacidad de la vida.