V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

Un día como otro cualquiera

Esperanza Villuendas, 15 años

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

Suena el despertador y comienza la rutina: despierta a los niños, preparales el desayuno, arreglate antes de que se terminen el tazón de leche con cereales que tanto les gusta y llévales al cole.

Después, con prisas, como siempre, vas al trabajo en el restaurante, en donde te pagan lo justo para poder con los gastos, pero allí encuentras un refugio junto a tus compañeros. Te sientes escuchada y valorada por tu trabajo. El trato con los clientes siempre es amable.

Has aparcado mal, porque en ese barrio nunca hay sitio. Echas a correr y con una sonrisa te pones el delantal para hacer ‘’lo que la jefa mande’’.

A las cuatro y media ha llegado la hora de recoger a los niños, pero la grúa se ha llevado tu automóvil. Telefoneas a la persona que siempre te ayuda en estas situaciones, tu mejor amigo, el que siempre estuvo junto a ti, que se hace cargo de la multa.

Al fin echas a correr, convencida de que que no vas a llegar, pero llegas y recoges a los niños, y te los llevas al parque para que jueguen mientras te sientas en el banco, bajo el árbol, dispuesta a seguir con esa novela que tanto te gusta.

A las ocho vuelves a casa. Duchas, pijamas y un rato de dibujos animados mientras preparas la cena. Miras el reloj. ¡Ya son las nueve y cuarto! Qué poco cunde el día.

A la diez los niños están acostados. Les narrass el mismo cuento de todas las noches. A las diez y veinte ya están todos dormidos. Por fin encuentras un poco de tiempo para ti. Te has sentado a la mesa, con un café y las facturas de la luz, del agua, la hipoteca, la letra del coche, el colegio de los niños… Telefonea tu mejor amigo y te cuenta cómo ha ido lo del coche.

Te levantas y piensas en tu mardio. Desde que murió, sientes que todo te desborda, pero siempre contienes las lágrimas para que tus hijos no se entristezcan.

Les miras mientras duermen y sonríes. Sabes que por ellos todo vale la pena. A las once y media te acuestas.

Este es el día a día de una joven madre viuda que no se rinde frente a la adversidad.