I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

Un país “tolerante”

Paloma Holguín, 17 años

                 Colegio Montespiño (La Coruña)  

     Leo en el diccionario de la Real Academia Española la siguiente definición de “tolerancia”: “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.

     Vivimos en un país que se considera libre, tolerante, respetuoso…, y un sinfín de calificativos más. Es cierto, encendemos la televisión y vemos a un personaje hablando de tolerancia. Abrimos un periódico y leemos las declaraciones de un político que nos advierte de la importancia del respeto a las diferencias. Es más, me atrevería a decir que la inmensa mayoría de los españoles se consideran, nos consideramos, tolerantes.

     Pero, ¿alguien tiene una idea de qué significa este concepto?. No le llamo palabra, pues la tolerancia es más que un término. Detrás de esas diez letras se esconde una actitud, una virtud, un deseo, un sueño y una solución.

     ¿Se está desvirtuando, entonces, este concepto? No es una cuestión de progreso, los significados de las palabras no cambian o, al menos, así debería ser. Pero sí emergen nuevos términos. Pues bien, no llamemos tolerancia a lo que es un nuevo concepto.

     Un “nuevo concepto” que consiste en declararse antirracista, por ejemplo, ante los miles de inmigrantes que recibe nuestro país anualmente y al tiempo concebir la idea de que un hombre pueda quitarle la vida a una persona indefensa mediante el aborto o la experimentación con células madre.

     Todo hombre, por el hecho de ser persona, merece ser respetado. Pero no vayamos tan lejos: la tolerancia comienza con el respeto a aquel que tenemos al lado, ya sea marroquí, argentino…, niño antes de nacer o católico. Porque si el que tenemos al lado es un católico convencido, a lo mejor la cosa puede cambiar.

     Desde hace tiempo, los católicos no entramos dentro del contenido de este nuevo concepto. Sino, ¿por qué en las series de televisión o en las películas la profesora de religión siempre es fea y con gafas, ingenua y farisea? ¿Por qué tenemos que aguantar que, al encender la televisión o abrir una revista, se castigue con duras críticas y mofas a todos aquellos que no cedemos ante modas pasajeras? Porque a los que alzamos la voz contra conductas que perjudican a la sociedad, nos la intentan acallar con acusaciones de “intolerantes y carcas”.

     Los que nos tachan de carcas e intolerantes por defender nuestras ideas con coherencia y respeto, deberían parase a pensar si ellos, que son los teóricos y los supuestos modelos a seguir, son la persona tolerante y respetuosa. Desgraciadamente, se llevarán una triste decepción.