I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

Un Papa joven

Marta Cal de Lara, 16 años

                 Colegio Nelva, Murcia  

     El sábado 2 de abril a las nueve y treinta y siete minutos, fuimos testigos de la muerte de Juan Pablo II, un Papa cercano y querido por todos.

     Desde días antes, con motivo de su grave estado de salud, miles de personas se fueron congregando en la Plaza de San Pedro para acompañarle en su sufrimiento. Desde ese momento se produjo una avalancha de peregrinos como no se había conocido con la agonía de ningún otro Papa. Millones de jóvenes fueron a darle su último adiós a quien, como él mismo dijo en su última visita a Madrid, era <<un joven de ochenta y tres años>>.

     <<Os he buscado. Ahora vosotros venís a mi y yo os doy las gracias>>, fueron sus últimas palabras para esos jóvenes que le siguieron con tanto fervor y alegría durante todo su pontificado y de quienes él señaló que son la esperanza de la Iglesia y de la sociedad. Puede que consigamos cambiar el mundo, puede que no, pero lo que es seguro es que llevaremos su mensaje a todos los rincones, porque <<seremos sus testigos>>.

     Juan Pablo II fue ejemplo de todas las virtudes y lo fue demostrando a lo largo de su vida: la generosidad en su total entrega a Dios, su fortaleza al soportar el sufrimiento y el calvario de los últimos años de enfermedad, su valentía al proclamar las cosas que nadie se atreve a decir y ese no tener miedo a reconocer y vivir la Verdad. No sólo no guardó rencor a Ali Agca, sino que le perdonó tras su intento de asesinato el 13 de mayo de 1981. Su humildad, la austeridad con la que vivía y que quiso tener presente hasta después de la muerte. Podría seguir para no acabar nunca, pues el Papa ha sido muestra del amor de Dios a los hombres y de que es posible alcanzar la santidad en este mundo convulso. Ha sido un santo en vida y desde aquí quiero darle las gracias por todo. ¡Gracias Santo Padre.