VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Una amiga de verdad

Blanca Fuego, 16 años

                 Colegio Peñamayor (Oviedo)  

No sabía por dónde empezar. Laura siempre había sido su mejor amiga y después de unos pocos meses sin hablarse, ahora casi ni la reconocía. Desde que se cambió de colegio había cambiado mucho; había pasado de ser una niña ejemplar a un completo desastre. Andaba completamente perdida y resultaba extraño que ahora tuviera que echarle un sermón. Los ojos de Laura recorrían nerviosos el parque, observando cada árbol, las hojas secas que se amontonaban en el suelo, el camino solitario… El hecho de que no la mirara a ella se lo puso más fácil.

- ¿Qué piensas hacer?

Laura la miró. Ya no era la niña sonriente de antes.

-¿Cómo que qué pienso hacer?

Carmen lo intentó de nuevo

-¿Lo saben tus padres? -Laura negó con la cabeza- ¿Lo sabe él? -No hubo respuesta–. Tienes que decírselo, también es su responsabilidad.

-No me volvería a hablar en la vida

-Pero, ¿no pensaras seguir tu sola?

-¿Quién ha dicho nada de seguir? -Carmen la miró asustada e incrédula.

-¿A que te refieres?

-Sabes perfectamente a qué me refiero. No voy a tenerlo; no puedo tenerlo -Hablaba con frialdad.

-¡No sabes lo que dices! Laura, debes ser consecuente con tus actos, ¿Dónde está la Laura que yo conocía?

-No seas sentimental, ¿quieres? ¿Qué pretendes que haga después? Tengo dieciséis años. Me arruinaría la vida...

-Haberlo pensado antes -Se arrepintió de lo que había dicho, pero a Laura ya le había cambiado la cara-. Laura, escúchame: sabes lo horrible que es un aborto. Al menos, antes lo sabías. No sé en qué estás pensando, pero así no vas a arreglar nada.

Laura miraba en otra dirección y no conseguía verle la cara. Pero en cuanto acabó de hablar, se volvió. Estaba llorando.

-¿Sabes por qué he quedado contigo hoy? Después de todos estos años, me he dado cuenta de que eres un amiga de verdad, en la que puedo confiar. Sabía que, como mínimo, me escucharías. Pero te dedicas a darme sermones... ¿Cómo reaccionarán los demás entonces?

Carmen se sintió fatal. Se había dedicado a humillarla.

-Lo que más me fastidia de todo esto es que sé que he metido la pata, pero mi arrepentimiento no es suficiente para arreglarlo y parece que la única salida… -Carmen le puso la mano en el hombro en señal de apoyo-. Estoy aterrorizada. No quiero abortar, de verdad, no te pienses que esto me gusta.. Antes era consciente de que lo que tengo aquí adentro es un bebé, mi hijo, pero ahora no sé qué pensar -Le temblaba la voz y no dejaba de llorar. Carmen la escuchaba en silencio-. Lo peor de todo esto es que parece que la gente, los medios de comunicación, el gobierno y hasta el ayuntamiento se hubiesen compinchado para darnos una única solución. Todo era más fácil cuando nos decían la verdad, qué estaba bien y qué mal. Ahora sólo nos ofrecen la alternativa de abortar. Dicen que es un derecho, pero...

-Por supuesto que no lo es y tú lo sabes. No estás sola. Dame unos días de margen y te prometo que cambiarás de opinión. Por favor, Laura.

Hubo un rato largo silencio. Laura miraba al suelo, pensativa. Tenía los ojos enrojecidos.

-Está bien. ¿Qué quieres que haga?

-Déjame que te acompañe a hacerte una ecografía.

***

Faltaba poco para que acabara la primavera. El cielo estaba despejado y el parque repleto de flores. Lo único que rompía el silencio era el canto de los pájaros y las risas de algunos niños que corrían de un lado para otro. Recordaba la última vez que estuvo en ese parque y la imagen era muy distinta. Se levantó al ver que se acercaba.

- Habíamos quedado a las once. Nunca cambiarás..

-Ser madre es complicado -Laura dejó el carrito al lado de Carmen y se sentó en el banco.

-Pues se te da de miedo.

Las dos se echaron a reír.

-¿Puedo cogerla?

Laura sacó a la niña y la colocó con suavidad sobre el su amiga. Era una niña preciosa. Empezó a jugar con una pulsera de Carmen y las dos chicas se quedaron un rato largo mirándola en silencio.

-No sabes lo que te agradezco tu ayuda, eres una amiga de verdad.

-No me agradezcas nada. Fuiste muy valiente,

-Vaya, veo que llego un poco tarde -Diego saludó a las dos chicas y acarició con ternura la mejilla de la niña, que ahora sostenía su madre.

Era el nuevo novio de Laura.

-¿Cómo decías que se llamaba?

Las chicas se rieron.

-Te lo he dicho mil veces, se llama Carmen -contestó Laura tras dirigirle una mirada cómplice a su amiga.

Raúl se dio un golpe en la frente de un modo demasiado teatral y Carmen adivinó que sí lo sabía. Laura no se cansaba de repetirlo.