XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Una educación
desactualizada  

Mario Sebastián Hernández, 16 años

Colegio Iale (Valencia)

Cada vez que veo a mi profesor portando un taco de exámenes y un paquete de quinientos folios para repartirlos entre todos nosotros, me recorre un escalofrío. Creo que soy una persona bastante creativa, que prefiere usar la lógica y la imaginación a la memoria, pero, desafortunadamente, el sistema educativo español se empeña en que estudiemos los conceptos de las asignaturas para, posteriormente, volcarlos en las distintas pruebas cómo si fuésemos papagayos. Por eso tengo cierto temor a los exámenes, ya que cuando memorizo las páginas de un libro se me quedan en la cabeza, pero colgadas apenas con dos pinzas. Así que basta un despiste para que la información se vuele, es decir, se me olvide y, de regalo, me caiga un suspenso.

Parece que no nos damos cuenta de que los colegios apenas han cambiado. Siguen empeñados en que los alumnos aprendamos con métodos antiguos, en vez de ayudarnos a disfrutar aprendiendo. Nos evalúan con exámenes que se basan vomitar aquello que primero recogimos en unos apuntes y después empollamos como gallinas, aunque apenas tardemos en olvidar toda esa información. Aún así, muchos educadores aseguran que nos están preparando muy bien para el futuro, cuando solo nos meten un tropel de información en la cabeza sin que a menudo la entendamos.

No es que los jóvenes no queramos aprender. Lo que queremos es aprender bien, que no consiste en que nos leamos quince veces lo explicado para luego plasmarlo en un test, muchas veces sin que razonemos nuestras palabras. Lo que de verdad queremos es un sistema educativo que valore no solo las notas, ligadas en muchas ocasiones a la capacidad de memorizar, sino el esfuerzo. 

A priori las calificaciones son solo números que indican el nivel de conocimiento de cada alumno, pero muchas veces nos desmotivan porque reflejan que no hemos conseguido los objetivos que se nos piden, aunque nos hayamos esforzado. Las correcciones de los exámenes deberían ser más descriptivas, de tal modo que el profesor nos ayudara a entender la razón de los errores que hemos cometido, en vez de tachar en rojo una respuesta o dibujar un tick junto a los aciertos.