VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Una súbita despedida

Beatriz Torrellas Darvas, 17 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)  

Mónica se quitó los cascos extrañada de ver tanta gente en el portal de su edificio. Acababa de llegar del colegio y, que ella recordase, aquel no era ningún día especial. Intentó saludar a la portera como cada tarde, pero estaba tan atareada atendiendo a la multitud que se había congregado, que casi ni se la veía. Así que pasó de largo y subió a su casa.

-¿Mamá? -preguntó después de saludarla-. ¿Se puede saber por qué hay tanta gente abajo?

Su madre la miró con la seriedad propia de quien va a dar una mala noticia.

–Es la vecina de arriba, la anciana del cuarto piso. Esta mañana ha sufrido un infarto.

Mónica se quedó muda. No sabía qué decir. Había coincidido casi cada día con doña Fernandina en la escalera, y siempre había sido amable con ella. Recordaba que de pequeña aquella mujer le regalaba caramelos. Era amable y bondadosa. Durante los últimos años, Mónica había tomado la costumbre de subirle cada día el periódico a su casa. Doña Fernandina le daba siempre buenos consejos.

Pero al mismo tiempo se dio cuenta de que apenas sabía nada de ella. Si tenía familia, cómo había sido su infancia, si se sentía sola en aquel apartamento… Y por ello, se sintió mezquina.

En ese momento tuvo la sensación de que siempre estaba pensando en sí misma. Y le apenó no haber podido hablar más con su vecina y no al revés.

Entonces, una lágrima recorrió su rostro.