VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Unforgettable

Martín-Andrés González Zamorano, 14 años

                 Colegio El Prado (Madrid)  

-Como taxista –dijo aquel hombre bigotudo y afable-, he conocido a gente de toda clase y tipo; gente rara, gente humilde, gente famosa…. He ido a lugares lejanos, calles que nadie conoce, barrios que todavía no estaban ni hechos y rincones inaccesibles…Incluso he tenido que dejarle conducir a algún cliente, pues no sabía cómo llegar a donde quería ir… -se detuvo a respirar; era un hombre muy parlanchín-. ¿Sabe?, he visto cosas excepcionales, pero como lo que está haciendo usted… Esto no lo había visto jamás. Nunca. Es inaudito, y…, he de reconocer, una buena idea. La policía no nos sigue, pero como me pillen… ¡Me meterán en la cárcel por participar en su atraco!

-Le entiendo perfectamente, pero no se alarme. Nadie le va a meter en la cárcel pues no ha hecho nada malo -respondió el señor x con tono comprensivo-. Puede estar tranquilo; ya llegamos

El sol se filtraba entre las hojas de los enfermos árboles del paseo del Prado. El usual atasco no le importaba. Es curioso lo seguro que le parecía el taxi en esos momentos. A pesar de la situación, el taxista hablaba tranquilamente y de vez en le miraba por el retrovisor, como controlándole, no fuera a sacar un revólver y a descerrajarle dos tiros… El señor x no pudo evitar una sonrisa.

-Amigo, yo creo que aquí está bien.

El taxista le indicó el precio. Era caro, pero le daba igual. Dejó caer un billete de quinientos euros en la mano del estupefacto taxista.

-Disculpe las molestias, pero no se moleste en contarle nada a la policía. Perderá el tiempo; no vivo ni en España.

Cogió las dos pesadas bolsas y cuando el taxista desapareció al fondo de la calle, se quitó el antifaz. El taxista no le había visto la cara.

Miró a su alrededor: Madrid parecía tan hermosa… Anduvo un rato hasta que llegó a su coche. Entró y dejó caer las bolsas con los millones en el asiento del copiloto. Arrancó y la música se encendió sola. “Unforgettable” se deslizaba por el estéreo. La verdad… Ese atraco sí que iba a ser inolvidable…