I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

Uno más uno

Isabel Arias, 17 años

                   Colegio Virgen de Atocha, Madrid  

     Cuánto bullicio hay en casa. Algunos días tengo que bajarme a la biblioteca, porque no encuentro ningún momento tranquilo para ponerme a estudiar. Teniendo en cuenta que en una semana empieza la selectividad, ¡esto debe solucionarse! Las puertas que se abren y cierran ininterrumpidamente, el teléfono que pocas veces deja de sonar, los hermanos hablando a todas horas…

     Hace tiempo escuché el testimonio de una mujer, madre de siete hijos. Habló de su satisfacción por la gran familia que tenia, algo poco usual en la sociedad de hoy en día. Yo también pertenezco a una familia numerosa, compuesta por seis hermanos. Cada uno de ellos es un mundo, una historia nueva que contar cada día. Y, seguramente, cada uno sea más alegrías que penas para mis padres. Digo esto porque las alegrías compartidas se multiplican y, sin embargo, las penas entre muchos se hacen menos costosas de llevar.

     Muchas personas no se hacen a la idea de la vida que llevamos en este tipo de familias. Si es verdad que por las mañanas los baños tienen turno de espera, y que hay que repartirse rápidamente los cereales, antes de que te quedes sin ellos. La nevera se llena, al menos, dos veces por semana y el número diario de barras de pan nunca desciende de cinco. Dormir en literas es la mejor forma de compartir habitación y, como he comentado antes, de vez en cuando tienes que reclutarte en una biblioteca para poder estudiar. Pocas veces podemos ir de vacaciones durante un periodo largo y menos son las veces que vamos a sitios lujosos. Quizás por eso, a medida que vamos creciendo valoramos más las cosas.

     Pero aun así, puedo afirmar que agradezco llegar a casa y comprobar que siempre hay gente. Después de un día en clase o en el trabajo, te alegra compartir con todos ellos lo que te hizo reír o lo que te preocupó. También se agradece que no necesitemos profesores particulares, pues entre todos completamos la variedad de materias y nos ayudamos. Cuento con muchas opiniones –todas ellas de confianza- para las grandes decisiones de mi vida. Y mucha compañía en los momentos más importantes. Nunca se nos olvida cantar y animar las celebraciones (pues la guitarra es una mas de la familia) y las fiestas de Navidad o los cumpleaños no serían lo mismo si no estuviéramos todos.

     Tenemos que renunciar a muchas cosas, es verdad, pero compensa, pues renunciamos juntos. Y no ha sido tan difícil, pues de lo importante nunca nos ha faltado. Sin quererlo, aprendes a vivir con lo que realmente importa. Aprendes, mientras creces, a compartir, pues no todo va a ser sólo para ti.

     Gracias al esfuerzo de nuestros padres la familia ha salido a flote. El amor que les une también nos ha unido a nosotros y conseguirá que, en un futuro, podamos enfrentarnos a todos los problemas. Además, aun siendo tantos, nunca nos importó que la familia siguiera aumentando.