III Edición
Curso 2006 - 2007
¿Vale la pena escribir?
Carmina Alvarez Llanes, 16 años
Colegio Aura (Tarragona)
¡Estoy en crisis! Ya no sé escribir. La cosa es preocupante. Recuerdo hace apenas un año, lo simple que era. Sólo tenía que coger el lápiz y el papel y buscar un buen comienzo. Ahora he perdido esa facilidad. Me explicaré...
He nacido en una hogar estable. No tenemos otros problemas que los de cualquier familia. Soy la pequeña, pero nunca me mimaron en exceso. Nos educaron a los tres hermanos sin favoritismos de ningún tipo. Pero la verdad es que siempre envidié a mis hermanos, en especial a mi hermano mayor. Se llama José y tiene un don: desde siempre quiso ser diseñador y dibuja de miedo. Luis, el mediano, tiene afición por las lenguas. Además de que no le da vergüenza equivocarse ni pronunciar en otros idiomas, estudiarlos no le resulta demasiado costoso. Ambos se relacionan con total soltura con los desconocidos. Tienen lo que se llama don de gentes.
Aunque siempre he sido de los tres la que llevaba sobresalientes a casa, la responsable, la buena niña, nunca tuve la certeza de haber sido tocada por ningún don. Al principio creí que no era necesario, pero ahora, al tener que decidir mi futuro, me han surgido las dudas.
No destaco en nada, por más que se me den bien Ciencia y Letras. Pero un día, el primero de clase de Lengua en cuarto de ESO, apareció una profesora nueva: Mireia. Nos mandó que redactásemos algo que no recuerdo. Cogí papel y bolígrafo, escribí y disfruté como no recuerdo haberlo hecho antes. Mireia me dijo que si trabajaba conseguiría ser una buena escritora. Efectivamente, durante ese curso mejoré mi expresión literaria, pero en verano perdí la inspiración. No sabía si no tenía nada que decir o si el alma se me había secado.
Ahora, apenas un año después, sé que sí tengo algo que decir: expresar mi frustración. Eso sí, noto que no escribo como antes. No sé por qué, pero al enfrentarme ante la hoja en blanco me angustio. Pero estoy resuelta a continuar: la inspiración llega también a través del trabajo. Pero no puedo dejar de añorar esa facilidad natural de todos los escritores.