XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Vocación profesional 

María del Carmen Fernández de Cos, 17 años

             Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

A punto de finalizar un nuevo curso, cada vez queda menos para dar inicio a mis estudios en Medicina. Muchos me preguntan si no estoy escogiendo una carrera profesional demasiado exigente, que requerirá toda mi atención y esfuerzo. Y es que, una vez comience, me quedarán más de doce años para poder ejercer el oficio de médico: seis años de carrera universitaria, un año de preparación para el MIR y, después, los años de especialización. Por eso uno de mis amigos me preguntó si mi decisión respondía a un motivo vocacional. Y me sorprendió porque, ¿cómo va a querer nadie estudiar una carrera si no ha sentido la llamada?

Es verdad que hay personas que eligen la carrera universitaria por descarte. Pero si se ha tenido tiempo para reflexionar sobre las ventajas e inconvenientes que tiene cada facultad y escuela, lo más importante para decidir aquello que más te tienta es soñar con el trabajo futuro, aquel que hará que tu vida sea de película.

Hace un año dudé si mi empeño en estudiar Medicina era una obligación que me había autoimpuesto, por eso de que mis padres son los dos médicos. Así que decidí preguntar a algunas personas que me conocen y tienen una experiencia reciente en la Universidad. Una de ellas me respondió algo inesperado: «Si alguna vez tuvieras que despertarte en mitad de la noche, ¿preferirías que fuese para salvar a un paciente o para —por ejemplo— terminar el plano de un edificio?». Y no tuve dudas respecto a mi respuesta.

No sé si el comentario de mi amigo es aplicable a todas las personas. Pero sí puedo afirmar que debemos buscar la vocación profesional que da sentido a la vida de cada uno de nosotros.