XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Zapatos de gamuza azul 

Ignacio De Grassa, 15 años

            Colegio Munabe (Vizcaya)  

Alfred se subió al autobús en la plaza Graceland (Memphis), y saludó al conductor a la vez que pasaba su tarjeta por la máquina de la cabina. En breve tendría que cambiarla, ya que iba a cumplir quince años, edad a la que aquel documento caducaba.

No le fue difícil elegir dónde sentarse, ya que solo había un pasajero en el autobús. Le llamó la atención aquel hombre, que ocupaba un lugar junto a la ventana. Era viejo y gordo. Los años no le favorecían a pesar de que lucía un aire elegante: calzaba unos gastados zapatos de gamuza azul y unas gafas negras que le tapaban buena parte de la cara.

Transcurrieron varios minutos. Alfred estaba escuchando música en su móvil cuando, de repente, un usuario de nombre «Zapatos de gamuza azul» se conectó a su red wifi y comenzó a aprovecharse de ella. El muchacho se giró disimuladamente hacia la derecha, convencido de que solo podía tratarse del viejo que se sentaba en la fila de enfrente. Y le vino a la cabeza la canción de Elvis Presley, el Rey del rock and roll: Blue suede shoes. La solía escuchar en el coche. De hecho, desde pequeño venía oyendo la colección de discos de su padre, de quien había heredado sus gustos musicales. Aunque Alfred había nacido años después de la muerte de la leyenda, llevaba el ritmo rock de Elvis en la sangre.

«Vaya coincidencia… Esto es surrealista», pensó para sí mientras sonreía nervioso.

Le pareció algo cómico y decidió seguirle el juego a aquel hombre. Expectante por ver qué sucedería, le envió el famoso punteo de la canción por bluetooth.
El anciano levantó la cabeza y lo miró. Cuando el autobús llegó a la siguiente parada, con un lento caminar pero con un ágil movimiento de caderas se puso en pie. Se quitó las gafas negras y, mostrando sus ojos claros, arqueó las cejas y le guiñó un ojo. De remate, con picardía, le sonrió de medio lado moviendo el labio superior, y avanzó hacia la puerta de salida para bajarse.

Alfred se sorprendió ante lo que acababa de pasar por su cabeza: la sonrisa de aquel hombre era muy parecida a la del Rey del rock que tantas veces había visto en Youtube. Por un momento consideró la posibilidad de que Elvis Aaron Presley siguiera vivo a sus 83 años. ¡Elvis!... El chico había compartido con él el mismo autobús y la red wifi. ¿Quién, si no Elvis Presley, podría seguir llevando unos zapatos de gamuza azul?