XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Amigos 

María Bartual, 17 años

Colegio IALE (Valencia)

He oído decir que la adolescencia es la etapa de la amistad en grupo. En mi caso, así es, pues disfruto de una pandilla a la que unas llegan y otras se van, algo que parece también lo propio de los adolescentes, sacudidos por tantos cambios. Mi madre se encarga de recordarme que los amigos de verdad son muy pocos, que se pueden contar con los dedos de una mano. A mí, sin embargo, me gusta pensar lo contrario: que se puede querer mucho a mucha gente, y que ese cariño puede ser correspondido. Por tanto, la amistad no es una cuestión de cifras sino de cariño.

Los amigos son mi segunda familia, la que he elegido por decisión propia. Ellos reflejan quién soy, porque son una parte muy importante de mi vida. Compartimos mucho tiempo, disfrutamos juntos, nos reímos y confiamos los unos en los otros. No hay mejor forma de explicarlo que recordar el refrán: Dime con quién andas y te diré quien eres. Si tienes buenos amigos, serás una buena persona.

Puesto que los seres humanos aprendemos por imitación y necesitamos vivir en sociedad, nuestros actos vienen marcados por los demás. En la adolescencia esa influencia la ejercen los amigos. Por eso son tan peligrosas las malas compañías, que pueden incitarnos a hacer el mal. Sin embargo, la gente bondadosa y bien intencionada que esté dispuesta a acompañarnos en el camino de la vida, nos ayudará a ser mejores.

En mi entorno ha ocurrido algo parecido. La mala influencia de algunos ha provocado alguna discusión. Otros han variado su carácter, por lo que parecen personas diferentes, que van haciendo nuevas amistades y tienen distintos entornos, pensamientos e ideales. Cuando entre nosotros hay desacuerdos, sabemos pedir perdón y aceptar las disculpas. Perdonar es una virtud fundamental para ser felices y hacer felices a los demás.

Los amigos que nos incitan a hacer el bien y nos hacen mejores personas son fundamentales. En una balanza, los buenos momentos que pasamos con los amigos superan con creces los negativos. Qué bonito cuando se hace un viaje con el grupo de aquellos a los que quieres, cuando se mantiene una charla sobre temas triviales, cuando se sale de fiesta… También cuando un amigo lo pasa mal y necesita ser escuchado. El feliz resultado de todas estas situaciones son producto del dar y recibir en el que se basa la amistad, donde recíprocamente aprendemos de los valores fundamentales que toda persona debe tener.