XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Aprender a aprender 

María Teresa Diestra, 17 años  

                 Colegio Pineda (Barcelona)  

Me encuentro delante de la pantalla de mi ordenador, un día más, intentando corregir los errores habituales que cometo al escribir. Padezco de algo que yo llamo «poca presencia», aunque una de mis profesoras lo califica como «falta de continuidad». Quizá sea una mezcla de ambas cosas.

Escribo desde hace mucho tiempo, pero tan solo han pasado dos años desde que abrí mi libreta para mostrar mis trabajos. A algunas de las personas a las que he mostrado estos textos les he preguntado: «¿En qué me he equivocado?», «¿Qué puedo mejorar?». Sin embargo, por muchas opiniones que pida, sé que escribir consiste en una batalla solitaria: sentarme delante del ordenador y pensar ante la página en blanco.

A veces se me pasan así las horas y al final no corrijo la narración del día anterior. Me he acostumbrado a comportarme de esta manera, y ese es el motivo por el que me atribuyen mi «falta de continuidad». Es cierto: experimento una gran emoción cuando empiezo, pero llegada la hora de ponerme a corregir, me estanco.

Este no conseguir avanzar, supongo, es un pequeño fracaso. O no, porque no me siento desgraciada por volver a sentarme un día más delante del teclado, pensar y, poco a poco, teclear algunas palabras con sentido. O cambiar todo lo que deba modificar para empezar de nuevo.

Al fin y al cabo, todavía estoy a tiempo de aprender a aprender.