XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

Cambio

Juan Pedro Gálvez, 17 años

                 Colegio Tabladilla (Sevilla)  

Una tarde silenciosa de otoño, el mundo cambió.Y no lo hizo con bombo y platillo, como normalmente pasa, ni fue retransmitido en directo por los medios de comunicación, ni fue discutido airosamente en las redes sociales ni en los almuerzos familiares. Es más; el mundo no se enteró de que había cambiado. Al menos, no inmediatamente. Las hojas siguieron cayendo, los coches siguieron circulando, la gente siguió viviendo en su rutina… sin darse cuenta de que todo era diferente.

Lo que sucedió, en sí no tiene tanta importancia: una palabra de cariño, una mirada consoladora, una sonrisa, un papel recogido del suelo y tirado a la papelera, un propósito de ser mejor... Cosas pequeñas, invisibles para la mayoría, pero esenciales, tan importantes para el mundo que sin ellas nada sería igual.

Y es que son las cosas pequeñas las que cambian el mundo. Pequeños actos buenos que, poco a poco, van moldeando un futuro mejor. Frente a las malas noticias que nos asaltan desde todas partes, pueden parecer insignificantes, pero si faltaran -aunque fuera uno de ellos, nada más- el mundo no sería igual, porque es con estas pequeñas cosas con las que tomamos las riendas de la vida y hacemos de este planeta un lugar mejor.

Apenas hubo nadie que, en aquella tarde otoñal, apreciara que todo había cambiado. Sin embargo, un paciente cerró los ojos en un hospital, consolado por haber recibido el beso de despedida de un niño; un hogar celebró el nuevo empleo del cabeza de familia; una chica apagó la luz de su mesa de estudio, satisfecha por haber logrado estudiar media hora más; unos novios se abrazaron después de pedirse perdón… Y poco a poco, con estas pequeñas e insignificantes cosas, el mundo se fue convirtiendo en un lugar mejor.