XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

Cierra los ojos

Miriam Ramírez Rubio, 17 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

No todo el mundo se ha dado cuenta de que no necesitamos ver las mejores experiencias de la vida, o que verlas no es lo más importante a la hora de vivirlas. Por ejemplo, cuando abrazamos a alguien que nos hace sentir seguros cerramos los párpados, al igual que cuando nos metemos bajo las olas del mar o cuando nos reímos. Y son esos momentos, que no precisan de una imagen, los que más importancia tienen en nuestros corazones. 

Sin embargo, todo lo queremos ver. Según un estudio de la CNN, los jóvenes pasamos entre ocho y diez horas diarias inmersos en diferentes redes sociales, ajenos al mundo que nos rodea. Porque la era digital ha llegado y con ella el afán incansable por capturar cada instante con el fin de mostrarlo a los demás, incluso a personas que no conocemos, y con ella el afán por ver cada instante de la vida de los demás, incluso de personas que apenas conocemos. Nos resistimos a reconocer que muchas de las fotografías y los vídeos que publicamos en las redes sociales y que conservamos en nuestros dispositivos electrónicos, no tienen apenas importancia en comparación con lo que nos estamos perdiendo por no cerrar los ojos más a menudo, por no renunciar al botón de la cámara de fotos.

Con este afán de sacar fotografías para publicarlas en las redes, perdemos valiosos instantes para ser felices disfrutando del momento. Con cada segundo que invertimos en mirar las imágenes que cuelgan otras personas que ni nos van ni nos vienen, dejamos de contemplar el fascinante mundo que nos rodea.

Me he fijado en las miradas chispeantes de los niños, en el parque del Retiro, mientras observan a los peces del lago. ¡De qué manera cierran los ojos al reírse a carcajadas, cuando esos animales engullen el pequeño trozo de pan que ellos les lanzan al agua! Sin embargo, sus padres no dejan de sacarles una foto tras otra, incapaces de disfrutar aunque solo sea durante un instante de aquellas escenas. Han permitido que las redes sociales les arrebaten unos momentos maravillosos.

¿Por qué seguir hipnotizados por las imágenes fijas con todo lo que tenemos que experimentar más allá de las redes? No digo que no haya que aprovechar las nuevas tecnologías, pero siempre y cuando no nos impidan disfrutar de la vida.