XI Edición
Curso 2014 - 2015
Condenado sin juicio
Alejandro Caicedo, 16 años
Colegio Iale (Valencia)
Nos hemos criado con una serie de dogmas, algunos tan evidentes que no necesitan juicio ni comprobación (como que las drogas son malas o la libertad indispensable) y otros cuestionables, como que el cine español es un mal cine.
Basta pensar que, probablemente, no hay ningún director de actores como Pedro Almodóvar —cuya singularidad en la escritura de guiones le ha empujado también a dirigir filmes mediocres o a conquistar dos premios de la Academia—, ni guionista y director que pueda representar el surrealismo con tanta destreza como Luis Buñuel —algunas de sus producciones se podrían adjetivar como inverosímiles, mientras que otras son obras de arte en 120 minutos—, ni persona capaz de burlarse de la censura en plena dictadura militar para narrar cómo era aquella época, como lo hizo Berlanga.
Por tanto, nuestros cineastas, aunque han tenido altibajos, podrían perfectamente codearse en las listas de la historia cinematográfica con leyendas americanas como Billy Wilder o Martín Scorsese.
Sin embargo, el cine español —que es un producto nacional comparable al jamón ibérico o al queso manchego— recibe un desdén generalizado por parte de aquellos estamentos que deberían cuidarlo. De hecho, la principal causa de los ataques a nuestro cine es el desconocimiento del mismo, por lo que invito a visualizar más a menudo obras de nuestros cineastas. Será el modo de percibir que tenemos un tesoro escondido en nuestro propio jardín.