XX Edición

Conócete a ti mismo 

Pau Cortés, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Desde la infancia los adultos nos inculcan la importancia de ser educados y respetuosos con los demás, pero raramente nos guían en el arte de querernos a nosotros mismos. A lo largo de la vida nos ajustamos a distintas normas que nos ayudan a encajar como una ficha de Lego en la sociedad. Saludamos con alegría y compartimos conversaciones y risas, pero al caer la noche llegamos a preguntarnos quién somos, quizás porque nos perdemos en la imagen que proyectamos. De hecho, no descubrimos nuestra verdadera identidad hasta que nos quedamos solos.

Para la autoestima –que es crucial para ser felices– no se nos instruye como para nadar o andar en bicicleta. La ausencia de este aprendizaje puede generarnos problemas a medida que crecemos, porque no es innato confiar en uno mismo y quererse, sino una habilidad que se adquiere a partir de determinadas costumbres.

Cumplir con unas metas y objetivos diarios enriquece la autoestima, pues efectuamos aquello que nos hemos propuesto y el progreso se convierte en el foco al que debemos tender. Sin embargo, factores externos como las malas influencias o el peso de la gente avasalladora pueden desmoralizarnos e impedir desarrollar nuestras habilidades como teníamos previsto. Luego, es crucial recalcar la importancia de las buenas compañías. 

En varias situaciones me he encontrado bajo el compromiso de tener que decidir entre irme a dormir temprano durante el fin de semana, madrugar y estudiar, o salir de noche y hasta muy tarde con mis amigos. Anteponer mis metas y rechazar un placer a corto plazo me convierte en una persona realizada y coherente con mis objetivos, lo que hace sentirme seguro.

Empeñarnos en conocernos mejor para aceptar nuestras fortalezas y debilidades, es aprender a querernos. La ausencia de una sana aceptación de quiénes somos, contribuye a una juventud superficial que se enreda con relaciones demasiado dependientes. Por otra parte, valorarnos en la justa medida es fundamental para que podamos valorar a los demás, tanto en la convivencia personal como en la académica y la profesional. 

La autenticidad y ser fieles a quienes queremos ser, son elementos clave para una vida plena. Por eso debemos recordar que, al fin y al cabo, estamos siempre con nosotros mismos. En este viaje hacia la aceptación, la reflexión y el reconocimiento de nuestra identidad nos permite construir relaciones genuinas y satisfactorias con los demás y, lo más importante, con nuestro interior.