XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

De tren en tren 

Ian Manuel Calleja Ortiz, 17 años

Liceo del Valle (Guadalajara, México)

Trató de llevarse a sus padres consigo, pero le dijeron que eran demasiado viejos para emprender aquel viaje. No hubo petición ni ruego por parte de su hija que les hiciera cambiar de opinión. Entre lágrimas, su madre se quitó del cuello un sencillo rosario de cuentas de madera y se lo colocó a modo de collar. La muchacha se les echó a los brazos. Una vez se soltaron, su padre le acarició con recato el vientre, del que en unos meses nacería su nieto.

Se despidió por última vez y partió con la certeza de que no volvería. Tan solo cargaba una vieja mochila con comida y algo de ropa, y así, con tanta agilidad como pudo debido a su embarazo, subió de noche a un tren de carga sin dejar de mirar al paisaje que la luna iluminaba tenuemente. 

No solo dejó atrás su tierra, sino a su familia y amigos. Albergaba la esperanza de que ellos también pudieran huir de aquella pesadilla. Ella acababa de renunciar a sus sueños, con la única esperanza de que su hijo pudiera crecer allí donde la inseguridad no acechara a la vuelta de cada esquina. 

Viajó en el tren durante unos días, hasta que le duró la comida. Cuando se quedó sin provisiones, se bajó en una ciudad desconocida, en donde se resguardó en las alcantarillas para cubrirse del sol. Pedía limosna por las calles; a veces alguien bajaba la ventanilla del auto y le entregaba unas monedas. Sin embargo, aquello no era suficiente para que pudiera comprar alimento, por lo que tuvo que buscar sobras en varios contenedores de basura. Una vez se abastecía, volvía a subirse a un tren para que la llevara al norte, siempre al norte. A veces la acompañaban otras personas con historias similares a la suya, pero en la mayoría de sus trayectos viajaba sola, adormecida con el constante traqueteo de los vagones sobre los rieles de metal.

Únicamente su hijo llegó a conocer su historia, todo el dolor que ella aceptó con tal de que fuese feliz.