XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

Desde mi balcón 

Inés María Luna, 14 años 

Colegio Tierrallana (Huelva) 

Escribo estas líneas en pleno confinamiento. Llevamos un buen número de semanas encerrados en casa, a la espera de que el Covid-19 sea un mal sueño y podamos re-gresar a las calles, al colegio, a nuestra rutina.

En mi familia hemos encontrado algunos trucos para evitar el aburrimiento, que es uno de los grandes peligros de este parón obligado. Por ejemplo, mi hermano (a veces me toca a mí) tiene que seleccionar una película, buscar información (del director y los actores, del contexto del argumento, de la opinión de la crítica…) y después co-mentarla antes de que empiece la proyección. Y cuando acaba, tenemos un pequeño debate. De este modo, además de pasar un buen rato aprendemos muchas cosas, so-bre todo a valorar el esfuerzo de cada uno de los miembros de la familia por entrete-ner a los demás.

Por otro lado, estamos viviendo con intensidad distintas emociones en familia, mu-chas de ellas a partir de numerosas conversaciones en las que he descubierto matices en los modos de pensar de las personas a las que quiero. Son buenas ocasiones para darme cuenta de que cuando me equivoco, debo rectificar pidiendo perdón a la cara. Me cuesta, y mucho, pero siento gran satisfacción después de la reconciliación. Por tanto, comparto la opinión de quienes dicen que el Covid-19, aparte de traer tantas desgracias y desilusiones, nos está aportando algunas cosas buenas.

A las ocho de la tarde nos esperan nuestros balcones. Salgo a ellos con toda mi fami-lia para aplaudir a quienes cuidan de nosotros, especialmente a los infectados. Ellos se merecen que les agradezcamos su esfuerzo y generosidad. Me encanta este mo-mento, pues siento que nos oyen. Por otro lado, me ha ayudado a conocer a algunos vecinos nuevos con los que no había charlado nunca. 

Todos tenemos ganas de retornar a la vida de siempre. Al menos yo deseo escapar de mi prisión esperanza. Lo digo de esta manera porque mantengo la ilusión por volver a la normalidad, en la que el virus estará controlado. Necesito ver a mis amigas, hacer deporte, disfrutar de una granizada en los chiringuitos de la playa… Pero intento no angustiarme y quedarme con lo bueno de este tiempo de convivencia familiar intensa y recordar que <<Después de la tormenta/ siempre llega la calma>>.