VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

Duelo por el trono

Pablo Medina, 16 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

En las altas montañas de Noruega se encontraba el poblado de Svartblod. Era pequeño, pero contaba con los mejores guerreros de toda Noruega. Su líder, Vreitas, acababa de fallecer. Era legítimo heredero al trono de los nórdicos. Por ese motivo, se disputaría la lucha por el trono entre el clan Steinsverd y los Vindenshear, los más nobles del poblado.

El tercer día desde el comienzo del invierno, los representantes de los clanes se reunieron en un templo en la cima de un paso de la cumbre de la montaña. Aquel santuario había sido símbolo de la historia de Svartblod: había sobrevivido a numerosas incursiones y asedios y los druidas que en él habitaban se mostraban defensivos cuando atacaban su hogar sagrado, mas cuando estaban en guerra con otros países extranjeros, se mostraban totalmente pasivos e incapaces de hacer algo por su pueblo.

La asamblea comenzó en el salón principal del santuario, alrededor de una gran mesa de piedra con tronos de oro presidida por el maestro de los druidas.

-En pie, vikingos. Nos reunimos aquí para decidir el futuro de nuestro pueblo, custodiado por los dioses del Valhalla. Los jefes del clan Steinsverd y los del clan Vindenshear deberán proceder a la elección del sucesor al trono -dijo el maestro.

-El trato es simple por nuestra parte, la familia del clan Steinsverd. Yo, Margathor, exijo un duelo por el trono presidido por el gran maestro y discípulo predilecto de Odín.

-La oferta es interesante, pero que tal si amplias la oferta? El duelo será a muerte por el trono y el perdedor será decapitado y su cuerpo sin vida será cremado con honor en la cámara mortuoria del santuario -dijo el líder de los Vindenshear.

-Me parece bien, pero ¿quién será el hombre que se enfrente a Margathor? -añadió el anciano druida

-El duelo será entre Margathor y mi primogénito, Listrondar, ya que yo estoy en la última etapa de la vida.

-Suerte, entonces, hasta mañana.

Al día siguiente los dos clanes se reunieron en un sitio llamado Skallen, una especie de cráter en el que se decía que Thor asestó un martillazo contra la tierra para bendecirla. Allí aparecieron los dos contendientes, vestidos con las armaduras típicas vikingas. Margathor portaba un martillo de guerra y Listrondar un mandoble plateado. Ambos se situaron en el centro del cráter bajo la atenta mirada de sus familiares, del maestro de druidas y de los dioses.

-Comenzad la pelea -dijo el maestro.

Margathor quiso asestar un martillazo sobre su enemigo, pero fue fácilmente esquivado debido al peso de la herramienta. Listrondar levantó su mandoble para trazar un tajo descendente sobre Margathor, pero éste levanto el mango del martillo a tiempo para parar el impacto. Ambos se retiraron unos pasos hacia atrás, manteniéndose en guardia, esperando a que el otro atacara. Lo hizo Listrondar que intentó un tajo horizontal, pero Margatohr lo esquivó con facilidad. No dudó en sujetar el martillo con las dos manos, derribar a Listrondar de una patada y después dejar caer el peso de su arma. Listrondar rodó por el suelo para esquivarlo. Margathor tomó el martillo con una mano y con la pierna sujetó a Listrondar. De hecho, soltó el martillo y se sentó sobre él. Cogió la cabeza de su enemigo y empezó a asestarle repetidos golpes. Gracias a un empujón efectuado con los pies, Listrondar se libró de la paliza, se levantó y dio un puñetazo poderoso a Malgathor. Recogió su mandoble y le cortó levemente el muslo, obligándole a apoyar una rodilla en el suelo. Malgathor recogió su arma también y con un grito de furia se abalanzó sobre Listrondar, derribándolo. Listrondar observó con la vista nublada cómo su enemigo se acercaba lentamente hacia él. Intentó recoger el arma, pero Malgatohr pisó el mandoble y lo recogió. Alzando la hoja plateada que resplandecía con el brillo del sol, lo alzó y lo clavó en el suelo. Puso a Listrondar de rodillas. Listrondar respiraba agitado, el casco y la cota de malla le pesaban demasiado. El sudor recorría su frente y sus ojos observaban las botas metálicas de Malgathor, quien recogió el mandoble y lo apoyó ligeramente sobre el cuello de Listrondar, deslizando la hoja lateralmente para que el casco cayera al suelo, descubriendo el rostro sangrante de Listrondar, sus cabellos dorados y sus ojos azules. Malgathor se quitó también el casco y lo despidió lejos del cráter, justo al pie de sus familiares. El cabello negro cubría una herida en la ceja. No dudó en colocar el mandoble otra vez encima del cuello de Listrondar y dijo:

-¿Quieres decir unas últimas palabras antes de irte con los dioses?

Listrondar besó el suelo y alzó la mirada al cielo:

-Odín, acoge a tu hijo.

Malgathor bajó lentamente la cabeza de Listrondar y, con un movimiento lento, levantó sobre sus hombros el mandoble, haciéndolo descender para cortarle la cabeza.

El poblado tenía un nuevo rey.