VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Easy to love

María Sánchez Martínez, 16 años

                 IES La Sagra (Huéscar, Granada)  

Pasando el inmenso océano, tras el horizonte frió y vacío, había una torre en cuyo interior se encontraba Pandora, una joven de no más de diecisiete años, morena, ojos verdes y piel muy clara. Encerrada por su padre, pasaba los días vigilada por dos guardias y una bruja, la única con quien tenía contacto. La bruja le proporcionaba alimento, agua, ropa limpia y toda su enseñanza, desde aprender modales hasta leer con fluidez en varios idiomas.

Pandora sólo conocía el interior de la torre y los paisajes que su vista alcanzaba a ver por un pequeño ventanal. Las noches de luna llena cantaba al cielo, hipnotizada por la brillante luna, esperando que algún dios la ayudara a salir de aquel cautiverio.

Gracias a todos los libros que leyó, había sentido durante las últimas semanas un inmenso deseo por conocer el amor, por lo que se fue entristeciendo más y más, ya que pensó al no poder salir de aquel lugar jamás conocería a su príncipe.

Una mañana Pandora se despertó al salir el sol. Descubrió algo sorprendente: un chico en la habitación. Era alto, fuerte y oscuro en todos los sentidos: su piel morena, sus ojos pardos y pelo como el hollín.

Era el muchacho que la bruja había elegido para que se casara con Pandora, pues tuvo la genial idea de proponer al padre de la joven que le autorizara a salir de la torre para contraer matrimonio. Él asintió, pero no a que se desposara con cualquier hombre y por eso ordenó a la bruja que trabajase a contrarreloj, noche y día, hasta encontrar al hombre más cercano a la perfección. Sin embargo, el ideal de la bruja sobre los hombres poco tenía que ver con el de Pandora. Sin embargo, la chica comprendió que la elección de la bruja era su única oportunidad para salir de la torre y no podía desaprovecharla.

A medida que pasaba el día, que coincidió con el de su decimoctavo cumpleaños, Pandora fue dándose cuenta de que el muchacho era arrogante y consentido.

Cuando llegó la noche y la pedida de mano, y los vecinos importantes de los reinos vecinos estaban ya sentados en las largas mesas del comedor, apareció en la puerta principal del castillo un hombre misterioso que llamó la atención de Pandora por sus ojos azules como el mar con el que tanto había soñado gracias a los libros, la piel tan blanca como la nieve y los cabellos dorados como el sol. Pensó que se resumía el compendio del príncipe ideal de tantos cuentos clásicos.

Con disimulo se levantó de la mesa, enviando a aquel extraño una serie de gestos para que le siguiera hacia un balcón. Allí Pandora, que no conocía la vergüenza, no dudó en contarle lo que había sentido nada más verle.

Prometeo, que así se llamaba el desconocido, no tenía nada que perder, por lo que le contó a Pandora todo lo que ella quería escuchar. Le propuso que se fugara con él para conocer el mar.

Sin pensarlo dos veces, Pandora aceptó.

Huyeron para casarse. Con el tiempo se instalaron en lo alto de una montaña con vistas al océano y tuvieron tres hijos: Ozzy, Angus y Apolo. Fueron muy felices.