XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

El amigo imaginario

Raquel Victoria Andreu, 15 años

                 Colegio Iale (Valencia)  

María observaba a su hija, que jugaba en el suelo de la habitación mientras ella hablaba por teléfono. A gritos le pedía al fontanero que arreglara la caldera de una vez; llevaban casi dos meses sin agua caliente. No obstante, cortó la llamada al descubrir en las manos de su hija un muñeco vestido con un trajecito blanco, con la piel recubierta de tantos puntos de colores que era casi imposible adivinar su tono original. La niñita sostenía al muñeco con una mano mientras hacía que mantenían una conversación en la que ella ponía todas las palabras. 

Aquella imagen hizo que María volviera a su infancia, cuando era una pequeña feliz e inocente que tenía un amigo imaginario. Al menos, eso decían sus mayores, porque ella estaba segura de que Fran era de carne y hueso. De hecho, eran tan amigos que un día Fran le regaló un muñeco de piel pálida, vestido con una camiseta y un pantalón de algodón crudo. Junto al muñeco juraron que su amistad nunca iba a romperse, que nunca se separarían. 

Pero llegó el día en el que Fran tuvo que despedirse de María, pues se mudaba a la ciudad junto a su familia, lo que no tenía por qué suponer un obstáculo para su amistad. Por eso él le pidió que por cada día que pasaran sin verse, pintara en el muñeco un punto de color. 

-Cuanto más llamativo se haga el muñeco, menos tiempo quedará para que volvamos a encontrarnos. 

Y aunque María pintó fielmente un punto diario, nunca supo más de Fran. 

Con los años desistió del propósito de encontrarlo. De hecho, terminó por convencerse de que Fran fue fruto de su imaginación, ya que nadie más que ella lo recordaba. Por eso, en cuanto descubrió a su hija sosteniendo aquel muñeco, sonrió.