XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

El amor 

Lucía Mañas, 17 años

Colegio IALE (Valencia)

El amor da nombre a un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser humano. Según la tradición, debemos encontrar al amor de nuestra vida, nuestra alma gemela, esa a la que querremos y nos querrá incondicionalmente. Y no conseguirlo nos provoca frustración.

El amor son los abrazos que te recomponen por dentro en segundos, es complicidad, cariño e ilusión, así como muchas ganas de compartir un camino juntos. Son experiencias llenas de pequeñas imperfecciones que, aún así, no cambiaríamos por nada. El secreto de su triunfo es vivir el uno para el otro, en una donación que no espera nada a cambio.

El amor se alimenta de los detalles. El enamoramiento, por ejemplo, depende de emociones muy delicadas, que se armonizan y se revelan en gestos espontáneos. Y de él nace un amor como el de mis abuelos, que aunque pueden discutir infinitas veces, cuando a uno de ellos se le quedan migas en la barbilla, el otro se las quita con mimo, porque en el amor lo más importante es cuidar del otro. 

Al contemplar un amor longevo, entiendo que a lo largo de los años es esencial aprender a perdonar las pequeñas faltas del día a día. De este modo, pedir perdón y recibirlo son pilares fundamentales para el triunfo mantenido de una relación. Los seres humanos no somos perfectos ni infalibles; cometemos errores que causan daño a otras personas, aunque no tengamos intención de hacerlos. Cuando la persona herida es aquella a la que más queremos, el perdón mantiene viva la llama. Perdonar permite sanar el vínculo, renovarlo y fortalece el espíritu que nos une a la otra persona.

Sé que sustentar una relación no es sencillo, entre otras cosas porque se hace necesario hallar puntos en común con la otra persona, pero también comprender las diferencias entre ambos y asumirlas, así como aceptar los cambios que se dan con el paso del tiempo. Llegará un día en el que el otro tendrá la piel arrugada, el pelo blanco e infinitas manías, y será entonces cuando cobre importancia entender que el amor no es una verdad perfecta, pero que es real.