XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

El arte de debatir 

Ariana Esthefany  Manrique, 15 años

Colegio Nuestra Señora del Pilar (Arequipa, Perú)

Desde pequeña disfruto al hablar en público, y eso que muchos piensan que soy una chica tímida. Quizá lo confundan con que soy una joven prudente, que cuando habla en ante un grupo numeroso de personas prefiere tener claro lo que quiere y no quiere decir. Por eso, cuando cumplí cierta edad y en el colegio me hablaron de los equipos de debate, enseguida quise formar parte de uno de ellos. Este tipo de actividad no busca que discutamos sobre cualquier asunto por el mero discutir, sino que desarrollemos un espíritu crítico y una serie de herramientas verbales y corporales que nos ayuden a convencer al público, sea cual sea nuestra posición sobre el tema propuesto. 

Nada me pudo agradar tanto como cuando me propusieron participar en una competición nacional de debate, en la que iba a representar al colegio junto con otras chicas. Tuvimos un periodo de preparación intenso, de lunes a sábado, con una profesora. Era joven y muy alegre, con criterio y bastante experiencia en el debate, así como en competencias de ámbito internacional y nacional. Sin duda, era la persona idónea para capacitarnos. Las primeras clases se centraron en los argumentos, más adelante en los temas que propone el concurso. Así mismo, nos previno sobre los modismos y sobre las reglas que debíamos utilizar en el momento de debatir. Las clases me resultaron fascinantes, y en menos de un mes pude estructurar argumentos de oposición y proposición en cada uno de los asuntos a debatir.

Al ser una competencia de ámbito nacional, se pudieron inscribir veinte equipos, tanto de la capital como de provincias, desde el norte hasta del sur del país. Como el concurso se celebró en cuarenta, tuvimos que utilizar algunas plataformas en línea. 

Un mes antes de la competición nos enviaron al colegio una lista con los temas que se debatirían en un solo día. Se centraban en el aspecto social, cultural y político de diferentes momentos de la história de Perú y del resto del mundo. Por tanto, no solo debíamos prepararnos en las técnicas de la oratoria y en el modo más eficaz de estructurar un argumento, sino intruirnos rigurosamente sobre aquello que iba a debatirse, lo que implicó un tiempo de estudio intenso. 

Hubo propuestas sencillas, como “Este equipo lamenta la comercialización de la cultura andina”. Otras eran complejas, como “Este equipo considera que la política exterior de China contribuye al desarrollo de la paz mundial”. Debíamos debatir con destreza la posición a favor o en contra que decidiera el sorteo. 

Obtuvimos el tercer puesto a nivel nacional para mi colegio, que por primera vez pasó al concurso internacional de debate, del que han formado parte un setenta por ciento de los países de habla hispana. Sin embargo, en esta ocasión no logramos un lugar entre los semifinalistas, pero ganamos mucho más: experiencia, conocimiento y pensamiento crítico, fundamental para el día a día de cualquier adolescente.